¿Consagrarse?, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

A diario recibimos una inmensa cantidad de informaciones a través de las redes sociales. Parte de la información es útil pero hay mucha otra que se ha convertido en espiritualmente perjudicial. Recibimos consejos en todas partes, pasamos de un orador motivacional a otro, de una tendencia a otra y llega un momento en que no sabemos qué más hacer.

La vida corre a tal rapidez que en ocasiones oramos y sentimos que Dios no escucha. Si Dios no corre instantáneamente a rescatarnos, nos sentimos abandonados. Buscamos soluciones rápidas a nuestra preocupación, angustia, dolor, influenciados por muchas voces e ideologías que compiten por nuestra atención, haciéndonos creer que no necesitamos a Dios porque tenemos el poder de crear nuestra propia realidad, que puedo crear lo que yo quiera dentro de mí porque tengo el poder para hacerlo.

Hay quienes se encuentran enredados en una mezcla de un poco de Cristo, un poco de esto, un poco de aquello. Son los creyentes tibios o los que abandonan la fe por completo. Comparemos eso con un sistema de creencias que dice mi vida no es mía, mi vida le pertenece a Dios, deseo su voluntad para mi vida, incluso si es diferente a la mía. Estas personas se comprometen por completo con su fe y se dan cuenta de que es la forma más segura de experimentar la plenitud de Dios.  Un término del que no escuchamos mucho hoy en día pero que tiene el potencial de cambiar nuestra vida es la consagración.

Consagrar es dedicar, apartar algo o alguien para Dios. Para hacer y practicar la consagración es necesario tener un corazón sincero y dispuesto a entregarse a Dios. Esto implica buscar la voluntad de Dios, estudiar la palabra, orar, buscar la guía del Espíritu Santo, vivir una vida de obediencia a los mandamientos de la ley de Dios y buscar la santificación. La consagración hace más clara la voz de Dios. A menudo no es que Dios no esté hablando, es que estamos demasiado ocupados para tener el tiempo de escuchar y escuchar lo que Él nos está diciendo. Con el ajetreo de la vida y tantas voces hablando no es fácil escuchar la voz de Dios.

Cuando logras escuchar la voz de Dios con mayor claridad puedes comenzar a comprender lo que Él está tratando de transmitirte, lo que Él está tratando de decirte y hacia dónde te está guiando. Una vez que comienzas a seguir la voluntad y el propósito que Dios tiene para ti estás alineado con Dios. Entonces comenzarás a ver las promesas de las escrituras alineadas también con tu vida.

Un cambio en tu estilo de vida no va a suceder de la noche a la mañana. Tendrás que tener constancia incluso cuando no quieras. La falta de disciplina y estructura puede conducir a fracasos rápidos, pero una persona disciplinada puede lograr muchas cosas. La disciplina que desarrolles en tu consagración a Dios se reflejará en todos los ámbitos de tu vida. Aprovechemos este tiempo para consagrarnos a Dios, no como una carga sino como un regalo, un viaje sagrado que nos acerca a Dios y a nuestro verdadero yo.

En medio de un mundo que clama por nuestra atención, que encontremos consuelo en los susurros de la voz de Dios que nos guía hacia adelante, encontraremos la fuerza para navegar por las tormentas de la vida y el coraje para caminar con confianza en la luz de Dios. ¿Por qué? Porque con Dios siempre ganamos.