Conozca el origen del color vinotinto que identifica al deporte venezolano - 800Noticias
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Hay un relato extraordinario de Ramón “Dumbo” Fernández, uno de los Héroes del 41.

Regresaban al país, tras coronarse en la Serie Mundial de La Habana. Y en la quietud del mar Caribe, uno de los integrantes de aquella legendaria escuadra descubrió la cercanía de un avión. Faltaba poco para llegar al puerto de La Guaira.

El aparato voló sobre la embarcación y, para sorpresa general, comenzó a soltar flores sobre quienes veían atónitos desde el vaivén de las olas.

Uno de los pasajeros corrió a por una radio y logró sintonizar una estación venezolana. Fue allí, a finales de octubre de 1941, cuando los integrantes del equipo que dos veces derrotó a Cuba en su casa supieron de la multitudinaria bienvenida que les esperaba.

Las decenas de miles de personas que acompañaron a los peloteros hasta Caracas, al llegar, refrendaron con su presencia una consagración. El beisbol nacía como pasatiempo nacional.

Por decreto

Pero, ¿Cuándo nació la Vinotinto? Aunque el término es asociado por muchos a las canchas de fútbol, al referirse a la selección nacional, la Vinotinto comenzó a ser tal en 1938 y en realidad arropó a todas las representaciones deportivas de Venezuela, desde el ajedrez hasta el voleibol.

Fue en ese año cuando un decreto oficial determinó que todas las selecciones nacionales llevarían ese color como distintivo. Hay muchas versiones sobre los motivos que motivaron la decisión. Ninguna predomina.

El estreno Vinotinto ocurrió en los Juegos Bolivarianos de Bogotá, ese mismo año. No tenemos un registro del color usado por los peloteros criollos que asistieron a los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1938, pero es probable que hayan vestido el que desde entonces distingue a los combinados del patio.

En aquellos Juegos CAC ocurrió el primer choque entre las novenas de Venezuela y Cuba, génesis de lo que tres años después sería una fiesta apoteósica.

La pasión que a menudo rodea a la escuadra que participa en torneos como el Clásico Mundial de Beisbol o el Mundial Sub 23 nació por la emoción de quienes siguieron a través de sus transistores las aventuras de Daniel “Chino” Canónico y sus compañeros en la selección nacional.

Dice la leyenda que el país se paralizó entonces, mientras escuchaba el relato del juego decisivo al otro lado del receptor.

Venezuela había sido parte de la Serie Mundial de 1940, en la que terminó en tercer lugar. En los seis años que siguieron a aquel estreno, los criollos lograron tres coronas universales. Nunca ha vivido un mejor momento el beisbol venezolano, a pesar de los 100 grandeligas que cada año envía al Big Show.

Muchos outs se han cantado desde que los marineros del buque Marietta desembarcaron en La Guaira y se enfrentaron al Caracas Base Ball Club, la primera vez en la historia que peloteros venezolanos chocaron con una novena extranjera, en 1902.

Ha sido un viaje grato, pese a las derrotas.

Fue en 1934 cuando una representación nacional viajó allende las fronteras. Lo hizo el Concordia, uno de los nombres históricos de nuestra pelota, fundado dos años antes por Gonzalo Gómez, hijo de Juan Vicente Gómez.

Poco tiempo duraría el Concordia, que se extinguiría con la muerte del dictador. Pero en ese corto lapso trajo al país a super estrellas como Martín Dihigo, Johnny Mize y Josh Gibson, quienes hoy tienen una placa reluciente en Cooperstown.

El Concordia viajó a Puerto Rico y República Dominicana “con gran éxito”, apunta el historiador Javier González. Pero no vistió de Vinotinto. Ese color se estrenó en 1938 y hoy pinta con alegría el beisbol internacional.

Con información de El Emergente.

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