Como tienes que elegir, elige lo bueno, por María García de Fleury
María García de Fleury
La vida está llena de elecciones. La decisión y lo que tú elijas vivir determinará tu felicidad o no. El mal existe, es una realidad. Y lo vemos constantemente en las noticias, en la historia, incluso en nuestra propia vida. Es parte de nuestro mundo.
Todos percibimos el mal y tenemos que lidiar con él de una manera o de la otra. de la manera de Hay una narración que ha circulado mucho que dice que el joven Albert Einstein discutió en clase con su profesor sobre la existencia de Dios.
El profesor le preguntó, ¿cómo va a existir Dios? Es un Dios que lo hace todo bien, que es todopoderoso. ¿Cómo puede haberlo hecho en un mundo imperfecto y lleno de dolor? El joven Einstein le respondió con otra pregunta.
Profesor, ¿existe la oscuridad? Y el profesor le respondió que no, que la oscuridad es la ausencia de luz. Einstein le vuelve a preguntar, ¿existe el frío, profesor? Y de nuevo el maestro le responde, no, el frío es en realidad ausencia de calor.
En ese momento, el joven Albert Einstein, quien creía en Dios, le aseguró a su profesor. Profesor, el mal no existe, es la ausencia de Dios. El mundo, amigos, sigue un claro orden en la naturaleza y la creación. Pero una de las características que definen al ser humano es la libertad.
Eso distingue a los seres humanos. Y hace ser quienes somos. Si la creación es precisamente un acto de amor, su único objetivo es que seamos felices. Y esa felicidad solo puede alcanzarse a través del amor. Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza.
Así que nosotros tenemos que tener la posibilidad de amar. Esa posibilidad de amar, de entregarse a los demás, de buscar el bien del otro, de creer en el bien, de cuidar a los otros, implica que exista la posibilidad de no hacerlo. Es decir, si podemos amar, podemos no amar.
El amor implica libertad, elegir bien o mal. Dios no ha creado un mundo de marionetas. Somos libres para elegir o el bien o el mal. En esta vida cada año hay más rituales malvados, sacrificios humanos, sacrificios de animales, profanaciones de cementerios, robos de huesos sagrados.
Y todo gira en la época del 31 de octubre. Desde aquí, conciente o inconscientemente, se le abre la puerta al diablo, al mal, al oscuro. Por esa razón es necesario que no minimicemos el peligro. Las referencias demoníacas, implícitas o explícitas, a veces parecen un entretenimiento inofensivo, pero esconden riesgos que son muy reales.
Como todas las acciones satánicas, se presentan como algo bello, inocuo, incluso deseable y hasta útil. Halloween es una de esas fiestas que, exaltando a lo pagano, vincula a una devoción con los espíritus. Y cuando se habla de espíritus y energía, entramos en una lógica mágico-esotérica oculta que le abre la puerta al mal, a Satanás.
Pero también en realidades menos obvias, muy peligrosas como las películas de terror o de magia. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y lo estableció en su amistad. La prohibición expresa, hecha al hombre, no comas del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque el día que comas vas a morir sin remedio.
Ese árbol del conocimiento del bien y del mal es una señal simbólica que existe, un límite que es infranqueable, que el hombre debe reconocer libremente y respetar con confianza.
Amigos, como en la vida tenemos que elegir, elijamos en libertad lo bueno que Dios ha planeado para ti y para cada uno de nosotros, porque Él sabe lo que es mejor para nosotros. Porque con Dios siempre ganamos.
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