Cómo reconocer «El síndrome de la chica buena»
800 Noticias/FotoReferencial
No puedes controlar lo que el resto piense de ti, pero si puedes forjar tu identidad ajena a ese ruido. De hecho, debes hacerlo. De lo contrario, esa actitud acabará por provocarte un gran malestar, antes o después. Devengada de una cultura estereotipada, muchas mujeres han desarrollado la mala costumbre de agradar y no molestar como si, irónicamente, ese carácter definiera a una buena mujer. Es lo que se conoce como «síndrome de la niña buena», un concepto que se ha popularizado mucho en los últimos meses a través de las redes sociales en respuesta a ese sentir generalizado por el que todas acaban posicionándose las últimas en su propia lista de prioridades.
Pregúntate: ¿Te comprometes con todo el mundo sin reparar en que puedas verte sobrepasada? ¿Prefieres sacrificar tu bienestar a que otras personas sientan que les has fallado? ¿Te has callado por considerar que tu opinión puede molestar? ¿Te sientes desmotivada o insatisfecha con tu vida? Si estás contestando afirmativamente estás demasiado pendiente de complacer a todo el mundo y necesitas empezar a pensar urgentemente en ti. Y no, eso no es ni egoísta ni negativo. La bondad puede convertirse en un problema cuando no sabes poner límites y te vuelcas tanto en los demás que te olvidas de ti misma. «La capacidad de adaptación es una característica positiva, pero ¿qué pasa cuando es indiscriminada y reflexiva? Pues que nos abandonamos a nosotras mismas por el camino», explica Marta Martínez Novoa en El síndrome de la chica buena (Zenith).
El origen de la chica buena
El psicólogo David Liberman definió la tendencia de intentar complacer a los demás y cumplir con expectativas ajenas, viviendo de una manera disociada a la verdadera esencia, como el síndrome de sobre adaptación. Evidentemente, vivir a expensas de quienes nos rodean pone en peligro nuestra autoestima, ya que nuestra aceptación siempre va a tener en cuenta antes a los demás que a nosotras mismas. Y es muy difícil no odiarte cuando el resto te odia o quererte cuando no percibes amor suficiente por parte de otros.
Si tienes el síndrome de la chica buena, probablemente de pequeña te dijeron frases como «¡Qué madura eres para tu edad!» o «Calladita estás más guapa» e incluso «Qué buena es esta niña, nunca molesta». «Hay niñas buenas que aprenden que su valor depende de lo que les digan los demás. ¿Y cuál es la mejor manera de que tus allegados te digan lo maravillosa que eres? Efectivamente, siendo y comportándote como ellos esperan y dejando de lado tu identidad real», explica la psicóloga. «Como niña buena aprendes enseguida que debes ser de una determinada manera para que te quieran, y que para ser de esa manera vas a tener que ‘abandonar’ gran parte de ti misma: tu espontaneidad infantil, tu inocencia más pura, la expresión de tus emociones desagradables, el orgullo de hacer bien determinadas cosas que no se validan en casa, etc.»
¿Tengo el síndrome de la chica buena?
Para averiguar si sufres o no el síndrome que refiere la psicóloga Marta Martínez Novoa la sinceridad contigo misma será clave. Pregúntate si haces lo que quieres, si desoyes tus necesidades, si te sientes incapaz de tomar decisiones por ti misma o si suele ser habitual que pongas en práctica alguno de los 4 silencios que la experta define en su libro y son un gran indicativo:
- Silencio de sumisión. «Lo emplean quienes sienten que su única opción en una situación determinada es callarse y hacer como si no hubiera pasado nada. Es habitual cuando la otra persona recibe muy mal un límite que acabas de poner o en presencia de personas que percibes con más autoridad que tú».
- Silencio apaciguador. «Lo emplean quienes sienten que han dado rienda suelta a su rabia de forma demasiado directa, por ejemplo, mediante un comentario pasivo-agresivo que el otro no ha captado, y pretenden que el silencio ‘cubra’ y haga olvidar la situación incómoda que acaba de acontecer».
- Silencio castigador. «Lo emplean quienes sienten que no pueden calmar su ira, pero tampoco la quieren expresar de forma directa. Es un silencio espontáneo que pretende lanzar el mensaje a la otra persona de que estás enfadada, pero sin afrontar el conflicto abiertamente, porque eso te da miedo».
- Silencio triste. «Lo emplean quienes conectan con su sensación de indefensión, por ejemplo, al interpretar que alguien se está riendo de ellas o desvalorizándolas. Estas situaciones causan ira, pero cuando el cerebro percibe que no vas a hacer nada con ella, la ‘disfraza’ automáticamente de tristeza, que se expresa mediante el silencio. Un ejemplo de esto es la típica situación en la que alguien te dice algo aparentemente inofensivo, pero que a ti te duele, y te quedas como absorta el resto del rato que compartís».
Dejar de ser complaciente sin dejar de ser buena
Aunque hay más indicativos de la compleja situación, seguro que ya has averiguado si sufres el síndrome de la niña buena. Ahora, la cuestión es si quieres dejar de ser una niña buena para ser una mujer libre y bondadosa, porque dejar de protagonizar el papel de niña buena no implica ser mala o desagradable, significa aprender a poner límites y a ponerte en el primer puesto de tus prioridades. Si, no nos hemos equivocado, porque si tu no eres la primera y cuidas de ti olvídate de poder ocuparte adecuadamente de nadie más.
Para llegar a ser esa mujer libre que te mereces ser, Marta Martínez Novoa propone trabajar en dos planos, el primero y básico es contigo misma. El segundo, con los demás. Así, para pensar en romper con el estereotipo y tener una convivencia sana contigo misma que te permita tener relaciones sanas con los demás, debes empezar por conocerte, aceptarte y acompañarte. En El síndrome de la chica buena, la autora propone diferentes estrategias y herramientas para que realices esas tres tareas desde la comprensión, sin exigencias (no vaya a ser peor el remedio que la enfermedad).
Una vez que la relación contigo misma parta de un punto favorable, te será más fácil priorizarte poniendo los límites que nunca te has atrevido a poner. Con la familia, en el trabajo, con amigos, la pareja… Sabiendo que necesitas cuidar de ti misma, Marta Martínez también te muestra el camino para dar de ti en la justa medida, un proceso disruptivo que, al final, acabará dejándote con una sensación de liberación infinitamente más agradable que la de alienación constante (consciente o no).
Con información de Telva
Únete a nuestro canal de Telegram, información sin censura: https://t.me/canal800noticias