Cineastas analizan el progreso y las carencias del cine latinoamericano
EFE
Cineastas de varios países analizaron este jueves, con motivo del Festival Latinoamericano de Cine de Quito (FLACQ), la evolución del séptimo arte en la región que, si bien, cuenta cada vez con más talento y calidad, aún sufre de barreras económicas y también sociales.
Así lo aseguraron el productor y la editora de la película «Tarde para morir joven», los chilenos Omar Zúñiga y Catalina Marín, y la directora del largometraje «La mala noche», la ecuatoriana Gabriela Calvache, quienes coincidieron en que cada vez es más evidente el papel de la mujer en el cine latinoamericano.
Un papel que en esta VI edición del festival ha sido realzado con la presentación de siete filmes dirigidos por mujeres, de un total de trece que se verán hasta el próximo domingo.
Marín observó en ese sentido que a la mujer se la está tomando más en serio en los equipos de trabajo y que «lo interesante que está pasando es que está apareciendo gente talentosa que no está ahí por ser mujer, está ahí porque hay calidad».
Calvache opinó que «hay una conciencia mayor en los últimos cinco años en el mundo» sobre quién contaba las películas.
En el cine esa «mirada» ha sido mayoritariamente masculina y para las mujeres ha sido muy complejo entrar».
Pero «estamos entrando y, gracias a otras mujeres que han decidido evidenciar esta situación y a hombres que son conscientes de que vivimos en un mundo patriarcal, eso está cambiando», aseveró.
No obstante, advirtió de que aún quedan «muchísimas barreras por romper».
Calvache destacó que durante la filmación de su película -la historia de una mujer que se dedica a la prostitución para pagar el tratamiento médico de su hija y que aborda el problema de la trata de mujeres- prestó especial atención «al lenguaje que manejaba el equipo» respecto al concepto de director y directora: al director le suelen llamar «maestro», a una directora no.
«Este pequeño hilo te dice cómo asumen a los directores no solo los festivales, sino el público y el equipo de trabajo. Las mujeres siempre terminan en un puesto más abajo», reflexionó.
Para realzar el aporte de las directoras al mundo del cine, la VI edición del FLACQ ha recurrido también a las películas de «De nuevo otra vez», de la argentina Romina Paula; «Azules turquesas», de la quiteña Mónica Mancero; e «Insumisas», de la cubana Laura Cazador, entre otras.
Otro de los problemas que aqueja al mundo del cine latinoamericano -y que no distingue entre sexos- es el de la financiación.
Zúñiga explicó en ese sentido que «siempre hay que hacer muchos malabares» para encontrarla, porque los presupuestos del cine chileno tienden a superar los montos que se pueden llegar a asignar.
«Es importante asociarse con productoras de otros países para conseguir inversiones y es realmente difícil encontrar otras fuentes de financiación porque son bastante convencionales», añadió.
Su socia, Marín, recordó que los fondos públicos para cineastas que se consiguen por concurso «salen una vez al año y se demoran seis meses en dar el resultado», por lo que si no se consiguen cualquier proyecto sufre demora.
«Nos ha pasado que no sale ningún concurso y que la productora tiene que cerrar por un año o reinventarse», algo que afecta seriamente a la viabilidad de las productoras pequeñas, subrayó.
Una situación similar a la de Ecuador, denunció Calvache, donde pese a que hay «una ley de cine que genera unos fondos concursables y bastante democráticos», estos «siempre han sido pocos e irregulares».
Y especula con que el futuro pasa por «soltar un poco esa única responsabilidad con nuevos fondos de economía mixta, que vengan del Estado y de empresa privada», pero también con la creación de fondos de alcance «regional».
La VI edición del FLACQ se inauguró este miércoles con la película «Monos», del director colombo-ecuatoriano Alejandro Landes, que es una reinterpretación moderna de «El señor de las moscas» y cuenta la historia de una ingeniera estadounidense secuestrada por una guerrilla de adolescentes en una jungla suramericana.
En sus cinco días de proyecciones, los organizadores tratarán de poder presentar a Ecuador y a la ciudad de Quito una muestra representativa de lo mejor y más contemporáneo que se produce en la industria del cine latinoamericano.