Chiara Luce Badano, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El 29 de octubre se celebra la fiesta de una jovencita de 19 años llamada Chiara Luce Badano, quien ha sido declarada beata y es ejemplo para la juventud. Nació en Sassello, provincia de Savona, Italia, el 29 de octubre de 1971.
Su madre le enseñó a compartir con los más necesitados y desde los 4 años hacía una selección de sus juguetes en mejor estado o incluso nuevos, para dárselos a los niños pobres.
Su preparación a la primera comunión la hizo con mucha conciencia y le encantaba visitar a las viejitas en los ancianatos para llevarles cariño y alegría.
En su diario escribió: “Una compañera tiene escarlatina, todos tienen miedo de visitarla, pero después de hablar con mis padres he decidido llevarle las tareas de la escuela para que no se sienta sola, creo que más allá del temor es importante amar”.
Otro día la mamá invitó a almorzar a una anciana, y Chiara le dijo “mamá, pongamos el mantel más bonito porque a través de esa viejita hoy estará con nosotros Jesús”.
A los 9 años, Chiara Luce descubrió el Movimiento de los Focolares, en su parroquia y le encantó la espiritualidad de la unidad que su fundadora Chiara Lubich, proponía. De inmediato quiso formar parte de la sección juvenil en el movimiento generación nueva.
Al poco tiempo escribió “he descubierto el evangelio, no era una cristiana autentica porque no vivía en profundidad, ahora quiero hacer de este magnífico libro, el evangelio, el único motivo de mi vida”.
Chiara le insistió a su papá y a su mamá para que fueran a Roma al “Family Fest” de 1981, un encuentro internacional del movimiento Focolar llamado familias nuevas. Al finalizar el evento la mamá de Chiara dijo “nuestra vida ha cambiado totalmente, si nos hubiesen preguntado cuando fue nuestro matrimonio la respuesta sería: cuando encontramos a Dios amor”.
Como miembro del gen 3, ósea la tercera generación del movimiento de los Focolares, participó en 1983 en el primer congreso internacional en Roma, donde Chiara Lubich le puso un reto a todos los jóvenes diciéndoles: “Dios necesita una generación de santos para hacer ciudades nuevas y un mundo nuevo, no bastan solo técnicos, científicos y políticos, se necesitan sabios, se necesitan santos”.
En ese congreso se habló de reconocer la importancia de Jesús abandonado en cada dolor y de acogerlo con alegría, sobretodo con todo el amor posible. Chiara jugaba tenis, le encantaba nadar, le gustaban las excursiones por la montaña, le encantaba la música, era alegre, y amiguera.
Un día la mamá le pregunto si a sus amigos les hablaba de Dios y Chiara le respondió: “Yo no debo hablar de Jesús, yo debo darlo”, “¿Y cómo das tu a Jesús?”, preguntó la mamá, “Bueno, con mi escucha, con mi modo de vestir y sobretodo amándolos”, aseguró Chiara.
Algunos la querían mucho y otros se burlaban de ella; fue amiga de Chiara Lubich, pero para Chiara Luce fortalecer la unidad entre todos era muy importante, sobretodo comentando las experiencias vividas en el evangelio.
Dos meses antes de cumplir 17 años de repente se enfermó, la operaron varias veces y a cada nueva y dolorosa sorpresa decía “por ti Jesús, si lo quieres tú, lo quiero también yo”.
Los jóvenes amigos focolares hacían turnos para acompañarla y rezar por ella, dos años después falleció diciéndole a sus padres y a sus amigos “sean felices porque yo lo soy”.
Chiara Luce se ha convertido en referencia para los jóvenes, pues aprendió y vivió que con Dios ¡siempre ganamos!