Basílica Oratorio San José y el Hermano André, por María García de Fleury - 800Noticias
800Noticias
Religión

Por: María García de Fleury

El hermano André Bessette murió en Montreal, Canadá, el 6 de enero de 1937 a los 91 años, durante la semana en que su cuerpo estuvo, antes de ser enterrado, en la parte de afuera del oratorio de San José, se estima que más de 1 millón de personas desafiaron el durísimo invierno de Montreal para presentar sus respetos y desfilar frente a él y orar.

¿Quién era él?, pues era un hombre que nació en Quebec en 1845 y quedó huérfano a los 12 años, trabajó para mantenerse a sí mismo, tuvo muy poca educación formal y muy mala salud durante toda su vida, pero desde muy joven tuvo una fe viva y una fuerte devoción a San José. El sacerdote de su infancia lo animó a considerar la vocación religiosa y lo envió a la Congregación de la Santa Cruz con una nota al superior que decía: “Te envío a un santo”.

En 1870 ingresó en el noviciado de la Santa Cruz y tomó el nombre de André, que era el nombre de su párroco de infancia; como no sabía ni leer ni escribir y su salud era delicada, le asignaron el trabajo de portero del Notre Dame College en Montreal, Canadá. Entre sus funciones estaba saludar a los visitantes y atenderlos, el hermano André hablaba y oraba con los visitantes y muchas personas comenzaron a experimentar sanaciones físicas.

Su reputación como sanador comenzó a extenderse y tanta gente acudió a verlo que la congregación le permitió ver a los enfermos en una estación de tranvía que quedaba al otro lado de la calle. A pesar de todo, el hermano André se mantenía humilde y no entendía por qué la gente lo elogiaba tanto, él decía que la verdadera fuente de sus curaciones milagrosas era la intercesión de San José.

Deseando aumentar la devoción seria a San José pensó en la construcción de una ermita y obtuvo permiso para hacerlo. Recogiendo limosna logró abrir el pequeño santuario de madera el 19 de octubre de 1904 y lo asignaron como cuidador a tiempo completo de lo que llamaron el Oratorio de San José.

Era tan grande el número de peregrinos del hermano André que siguió recolectando limosnas para ampliar la ermita para construir una gran basílica, y con el tiempo esta se convirtió en la iglesia católica más grande de toda Canadá, el Oratorio de San José de Montreal.

Al hermano André lo llamaban el hombre milagroso de Montreal, pues miles de curaciones milagrosas se atribuían a su intercesión. Como cuidador del santuario vivió y trabajó asistiendo a los visitantes hasta su muerte en 1937. La basílica al día de hoy atrae a más de 2 millones de visitantes al año, las capillas laterales están llenas de muletas de personas curadas a través de las oraciones de San André.

San André fue un santo verdaderamente simple, y su gran patrón San José fue también un ejemplo perfecto de esa verdad que enseña santo Tomás de Aquino cuando dice “es el Espíritu Santo quien decide cuanta gracia y cuantos dones divinos otorgar sobre nosotros, más allá de cualquier capacidad natural.

¿Dios solamente les da la gracia a las personas inteligentes?, ¿La santidad es directamente proporcional a la inteligencia o a la capacidad?, obviamente la respuesta es no, lo que si es cierto es que los grandes santos son santos genios, porque ponen su vida, su amor, sus acciones en manos de Dios, y con Dios ¡siempre ganamos!