Barcelona quiere vender a Ivan Rakitic al PSG para cuadrar sus cuentas
ABC
Para paliar sus «tensiones de tesorería», el Barcelona intentó primero vender a Luis Suárez, pero abortó la operación ante el enfado de Leo Messi al enterarse. A continuación intentaron hacer caja con Dembélé, pero entre que no llegaron a encontrar un comprador claro y el gol de la final de la Supercopa, buscaron otras opciones, no tan basadas en aquellos jugadores de los que de un modo u otro querían deshacerse, sino en aquellos a los que algún otro club podría querer comprar. Así, se ha llegado a ofrecer a Rakitic al club francés PSG, que ha confirmado su interés.
A través de sus medios de comunicación afines, la directiva azulgrana ha ido deslizando en los últimos tiempos campañas de desprestigio, deliberadamente orquestadas, contra aquellos jugadores con los que ha querido comercializar, para que los socios no vieran la operación como una pérdida sino como una oportunidad. De Suárez dijeron que estaba mayor y que se le había exprimido ya todo lo que podía dar.
De Dembélé se hizo circular que no se había acabado de adaptar al estilo del equipo. De Rakitic es del primer jugador que no se puede decir nada, porque ni siquiera Bartomeu se atreve a poner en duda su rendimiento: pero el club miente expresamente cuando filtra que el PSG «se interesa por él», cuando el primer paso se ha dado desde el Camp Nou, poniéndolo en venta.
La masa salarial del primer equipo del Barcelona supera en aproximadamente en 200 millones la de los demás grandes equipos de Europa. Eso es debido a la falta de credibilidad de Bartomeu y de su proyecto deportivo, y a la escasísima confianza que ambos inspiran en los jugadores, que ya sólo por mucho más dinero se quieren quedar. Tal despropósito genera un déficit anual de unos 150 millones de euros.
El afán de la actual junta directiva por hacer negocio -y de ahí viene, también, su falta de credibilidad- ha hecho que el Barcelona haya pasado de jugar con futbolistas casi todos salidos de La Masía, con contadísimas excepciones, a fichar por fichar a jugadores normales, por no decir mediocres, cuyo único interés puede estar en la transacción económica, porque en el terreno de juego ha brillado por su ausencia, como de buen principio era de esperar. Fichajes como los de André Gomes o Paco Alcácer son incomprensibles en un club que dispone de una cantera de la tradición y de la calidad de la del Barcelona y recuerdan a los tiempos más oscuros de la presidencia de Joan Gaspart.