Así llegó el primer árbitro afroamericano a las Grandes Ligas
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Jackie Robinson inspiró a una gran cantidad de atletas de la raza negra a buscar un guante y bate para jugar béisbol — pero su impacto estuvo más allá de los que entraron al terreno.
Un buen ejemplo: Emmett Ashford.
Fue exactamente hace 56 años cuando la Liga Americana anunció que Ashford sería el primer árbitro de raza negra en la historia de la L.A./L.N. Ese anuncio del 20 de febrero de 1966 marcó un sueño hecho realidad que comenzó con la noche en que Robinson firmó con los Dodgers de Brooklyn.
“Una noche estaba acostado cuando escuché en la radio la noticia de que Jackie Robinson había firmado con los Dodgers de Brooklyn. Inmediatamente me fijé como meta que sería el primer umpire de la raza negra”, expresó Ashford, según el libro “Los Hombres de Azul: Conversaciones con Umpires”.
Para ese entonces, Ashford ya había roto varias barreras — y había hecho sus propios sacrificios.
Ashford vino de una familia grande, y trabajó como lustra botas y vendiendo revistas para aportar a su hogar. Fue la primera persona de la raza negra en ser elegido el presidente de la clase en la Escuela Secundaria Jefferson en Los Ángeles y fungió como el editor del periódico de la escuela.
También fue el único jugador de la raza negra en un equipo semiprofesional llamado los Misteriosos Nueve, que al final demostró ser lo que lo impulsó a ser árbitro.
“Normalmente me tocaba quedarme en la banca los domingos, cuando jugábamos contra visitantes que eran buenos”, le dijo Ashford al periódico Des Moines Register. “Un domingo necesitaban a un umpire, entonces salí vestido de manera conservadora con zapatos, pantalones verdes, un saco y una camisa verdes, creo. La recaudación que de costumbre se realizaba en la séptima entrada fue mayor de lo normal, entonces me pidieron que siguiera como umpire”.
Su destino se cumplió en 1944.
Ashford prestó servicio militar en las fuerzas navales y luego fue árbitro en partidos de baloncesto de secundaria, junto a partidos de baloncesto y fútbol americano en las universidades UCLA y USC — pero su pasión seguía en el diamante.
En 1951, Ashford tomó una licencia de tres meses de su trabajo en el Servicio Postal de Estados Unidos para fungir como umpire en la Liga Internacional del Sureste. Sin embargo, cuando llegó la hora de hacer lo mismo al año siguiente, Ashford no pudo asegurar otra licencia en su trabajo.
Dispuesto a seguir detrás de su sueño, Ashford en vez se retiró para enfocarse en convertirse en un árbitro de tiempo completo. Resultó siendo un camino largo para Ashford, quien en un trecho de 15 años en las Ligas Menores llegó a ser conocido tanto por cantar las jugadas de manera teátrica, como por su gran estilo de vestir que incluía mancuernas en la camisa. Aparte de lo llamativo, se estableció como uno de los umpires más respetados en el deporte.
Dicha reputación siguió a Ashford cuando recibió el llamado a las Grandes Ligas en 1966.
Ashford hizo historia fungiendo como el árbitro de la tercera base cuando los Senadores de Washington recibieron a Cleveland para el encuentro del Día Inaugural el 11 de abril de 1966. Desafortunadamente para Ashford, no pudo cantar jugadas en su debut, aunque no tardó para cumplir con las expectativas de su reputación cuando llegó a las Mayores.
Rápidamente demostró que podía seguir con facilidad cualquier elevado en la línea cuando era el árbitro de la primera o tercera base. También salía para seguir cualquier globito cerca de la pradera central cuando era el umpire en la intermedia, y cuando estaba detrás del plato no dudaba en esforzarse para tomar una decisión en la línea.
Ashford hizo historia fungiendo como el árbitro de la tercera base cuando los Senadores de Washington recibieron a Cleveland para el encuentro del Día Inaugural el 11 de abril de 1966. Desafortunadamente para Ashford, no pudo cantar jugadas en su debut, aunque no tardó para cumplir con las expectativas de su reputación cuando llegó a las Mayores.
Con información de MLB.