Así altera tu estado de ánimo lo que pasa en tu intestino
Agencias
Una psiquiatra, ¿hablando de microbiota? Aparentemente, el cerebro no parece tener demasiada relación con el intestino. Pero, como suele suceder, las apariencias engañan. Y, lo que se cuece por ahí abajo, condiciona mucho más de lo que pensamos lo que ocurre en nuestra azotea. ¿Por qué? Amanda Rodríguez-Urrutia, autora de ‘Siente lo que comes’ Editorial Diana), nos lo aclara: «Ya se sabe que el cerebro y el sistema digestivo se relacionan de forma bidireccional y el estado y bienestar de uno impactan de igual manera en el otro».
Pero, partamos desde lo más básico: ¿qué es, exactamente, esa fauna llamada microbiota? «Es el conjunto de microorganismos que colonizan nuestro sistema digestivo, no solo bacterias, sino también virus y hongos y mantienen un diálogo permanente con los sistemas fundamentales del cuerpo humano: el sistema hormonal, endocrino e inmunológico».
¿Cómo influye el estado de este ‘microzoo’ en la manera en la que afrontemos, por ejemplo, una depresión? «Mucho. Es más, la microbiota se ha asociado a estados depresivos. Sabemos que la microbiota de personas con depresión está alterada en comparación con la de personas sanas»
¿Y en nuestra vida cotidiana? ¿En nuestras relaciones personales, desempeño laboral o, incluso, en nuestras relaciones sexuales? «El estado de salud y de cualquier condición humana no es unicausal. Se debe a múltiples condiciones que se deben dar a la vez para que se genere un trastorno o enfermedad. La genética, el ambiente y los factores biológicos interrelacionan entre ellos para generar estados de mayor o menor salud. Hasta ahora no se sabía, pero la microbiota ha entrado a formar parte como un nuevo actor entre esos factores que confieren un mayor o menor grado de salud, tanto física como mental, por lo que es menester tenerla en el mejor estado».
Hasta aquí, la cosa está clara, pero, ¿cómo podemos saber que no estamos cuidando como deberíamos algo tan ‘de dentro’ como es nuestra microbiota? «Los estudios que tenemos en microbiota vienen, sobre todo, de modelos animales. Síntomas gantrointestinales inespecíficos, como distensión, flatulencia, o síntomas mentales como irritabilidad, o problemas para concentrarse, por ejemplo, pueden indicarnos que existe un mal estado intestinal microbiano. Lo que sí podemos afirmar, es que una alimentación equilibrada, sin fórmulas mágicas, basada en la dieta mediterránea, con un estilo de vida que fomente el ejercicio, evite el aislamiento social y promueva relaciones humanas más auténticas y frecuentes es una apuesta segura si queremos mantener un estado microbiano saludable».
Esta psiquiatra asegura que, «independientemente de la relación causal que pueda existir -que aún no es conocida con exactitud-, está claro que hacer modificaciones en la microbiota, podrá, por tanto, mejorar el estado mental de esas personas». Es más, prosigue, «aunque las investigaciones en humanos aun son preliminares, ya hay algunos estudios que promueven el uso de psicobióticos conjuntamente con la terapia antidepresiva para el tratamiento de trastornos depresivos. Y, desde 2005, la OMS recomienda el uso de probióticos para el tratamiento de la depresión en humanos».
Dicho esto, ¿cómo podemos actuar para que este microzoo goce de buena salud y, por extensión, contribuya a nuestro bienestar emocional? El secreto radica en los psicobióticos? «Se trata de unas sustancias vivas que ingeridas, en cantidades adecuadas confieren, un claro beneficio para nuestra salud mental». ¿Cuáles son esos psicobióticos? Rodríguez-Urrutia nos lo aclara: «Básicamente, las Bifidobacterias y Lactobacillus».
Por El Mundo.es