ANÁLISIS | Al fútbol venezolano le sobran motivos para sonreír
EFE
Venezuela no tiene oportunidades matemáticas de ir al mundial de Rusia 2018, tras una decepcionante campaña en la que solo ha sumado 6 puntos de 42 posibles.
Y con el pesado mote de Cenicienta del fútbol regional aún merodeando en los estadios y despachos de los clubes de la nación caribeña, tampoco puede presumir de representación en la Copa Libertadores o Sudamericana, de las cuales se despidió temprano y sin logro alguno destacable.
Pero tras disputar contra todo pronóstico la final del mundial Sub’20 de la Fifa, luego de ejecutar un vibrante torneo, Venezuela ve la luz al final del túnel.
Incluso después de una nueva y dolorosa derrota, que dejó a los sudamericanos a las puertas de su tan ansiada primera gesta en el balompié.
Los venezolanos, que madrugaron para presenciar a sus «chamos» caer por la mínima ante los ingleses, recibieron a través de las pantallas de televisión las imágenes de jóvenes estrellas como Yeferson Soteldo o Adalberto Peñaranda ahogados en llanto y abrumados por la derrota.
Con todo, al fútbol venezolano le sobran los motivos para reír.
Porque pese a no alzar el título en Corea del Sur, Venezuela volvió a ver la mejor versión del atacante del Málaga, Adalberto Peñaranda, un jugador que parecía haber perdido el rumbo y en el que los caribeños cifran sus esperanzas para finalmente inscribir su nombre en una copa del mundo de mayores.
El jugador que «flinchy», como lo llaman los venezolanos, aportó 2 goles y 3 asistencias, y ejerció un liderazgo que solo tienen los más experimentados.
Venezuela también confirmó las enormes aptitudes del portero Wuilker Faríñez para resguardar su valla y ofrecer seguridad a la zaga.
La prensa venezolana se ha rendido al talento del joven guardameta y no para de elogiar sus brillantes actuaciones, que sirvieron para que la Vinotinto dejara el arco en cero en 4 de los 7 compromisos que disputó en la cita mundialista.
Además, la Vinotinto descubrió a los precoces Samuel Sosa y Jan Hurtado, dos jóvenes que aún no tienen edad para ejercer el derecho al voto o entrar a un bar.
Sosa, de solo 17 años, fue uno de los más destacados en el partido de semifinal ante Uruguay, al igualar el marcador con un gol de tiro libre cuando se jugaban los minutos de reposición.
En Corea del Sur el joven del venezolano Táchira demostró que posee la calidad y la técnica para no diluirse en los años venideros, y seguir moviendo las redes con la casaca nacional.
Otro jugador que despierta las mejores consideraciones es el centrocampista Ronaldo Lucena, el último de una dinastía de futbolistas venezolanos de éxito.
Dueño de una educada pierna derecha y con aptitudes para la defensa, Lucena fue el inadvertido apagafuegos venezolano, y clave para que la Vinotinto no recibiera goles en jugada activa.
Pero todo lo anterior podría resumirse en dos palabras: futuro y renovación.
Ahora Venezuela tiene una nueva hornada de jugadores ambiciosos y con espíritu competitivo, con la cual puede mirar al futuro con esperanzas.
Asimismo Dudamel, quien da las órdenes en la Sub’20 y la absoluta, tendrá de donde escoger cuando piense en una eventual renovación de la selección Vinotinto.
Cuando los venezolanos se enjuguen las lágrimas por la derrota ante los ingleses podrán evaluar en su justa medida la actuación de los suyos en Corea del Sur, y hasta alegrarse por los pasos agigantados con los que crece su fútbol.
En ese momento entenderán que a su fútbol, hoy amargado por ver escapar una oportunidad histórica, realmente le sobran motivos para reír.