Al final mi inmaculado corazón triunfará
María García de Fleury
En el siglo XX han habido unas 300 apariciones marianas a lo largo del mundo, que aunque no todas han sido aprobadas, algunas siguen sucediendo y han cambiado el rumbo de la historia con su intercesión sin precedentes. La primera de estas, en el siglo XX, y la más importante, son las apariciones en Fátima, Portugal.
El mensaje de amor y de esperanza que resonó y que sigue resonando después de más de 107 años, fueron las palabras de la Virgen cuando dijo, al final mi corazón inmaculado triunfará.
Monseñor Fulton Sheen decía que la revelación de Fátima recuerda que vivimos en un universo moral, que el mal nos autolesiona y que el bien ayuda y conserva, que el problema fundamental del mundo no está en la política, ni en la economía, sino que se encuentra en nuestros corazones y en nuestras almas, que la regeneración espiritual es la condición indispensable para mejorar socialmente y en todos los sentidos.
La piedad mariana lleva a esta regeneración espiritual, en la que es fundamental la fortaleza y la esperanza para reconocer y celebrar el triunfo del bien sobre el mal, pues la Virgen María es la que le aplasta la cabeza a la serpiente.
Ella sigue fortaleciendo nuestro camino, para mantenernos firmes en la batalla contra las fuerzas del mal, podrá desalentarnos, producir desgaste y cansancio al ver y vivir todos los estragos que provoca el mal en el mundo, atacando de muchas maneras y generando inmensas injusticias personales y sociales.
Ese es justamente el momento de recordar las palabras de la Virgen, de acercarnos a ella a través del rezo del rosario, En esa lucha se necesita carácter y fortaleza. Y cuando somos fieles a la Virgen, ella da todo lo que necesitamos para tener paz y saber enfrentar los problemas.
Cuando oramos sinceramente, pidiéndole a Dios, podemos tener la garantía que el triunfo de Dios ya se ha dado. Y por eso la Virgen María expresa en el mensaje de Fátima, que al final mi inmaculado corazón triunfará. Se trata de las palabras de una madre, dirigida a sus hijos que pasan por un valle de lágrimas y a quienes ella está dispuesta a ayudar. Decía el Cardenal Piacenza, cumplir la voluntad de Dios, discernir los signos de los tiempos, significa para nosotros hoy, aquí en Fátima, resistir, resistir con la fuerza de la fe y la caridad.
En la última aparición, la Virgen le dijo a los tres pastorcitos, yo soy la Señora del Rosario. Continúen rezando el rosario todos los días. La guerra se acabará pronto. El rosario y el escapulario son inseparables. Nuestra Señora desea que todos usemos el escapulario y recemos el rosario todos los días.
Por eso dijo, cuando recen el rosario, digan después de cada misterio, Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno. Lleva todas las almas al cielo, especialmente las más necesitadas. El mensaje de la Virgen consiste en hacer oración por la conversión, para que los pecadores y para que el mundo regrese a Dios.
Al vivir de esta manera su fe cristiana, muchos hermanos cumplen el encargo de la Virgen María. En la espiritualidad mariana se conjugan dos cosas que aparentemente cuesta trabajo relacionarlas.
El fervor con el valor, el cariño con el carácter, la emoción con el amor que se sienten por ella, el compromiso con la entrega en la vida cristiana.
Y amigos, recordemos y tengamos presente que la vida cristiana es la vida de Dios. La vida de Dios es la vida de Dios.
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