África, Asia y Oceanía se unen contra le racismo
EFE | Foto referencial
La discriminación racial en el fútbol chino ha sido objeto de preocupación en los últimos años, lo que ha obligado en ocasiones a la Asociación China de Fútbol (CFA) a tomar medidas disciplinarias contra jugadores y clubes. En un intento por abordar este problema, actualizó en 2022 las pautas disciplinarias, y estableció en su código de conducta que cualquier acto o declaración que menosprecie o discrimine la raza, el género, el color de piel o la religión de otras personas será considerado una violación de la disciplina.
Las sanciones incluyen prohibiciones de al menos tres meses en actividades relacionadas con el fútbol y multas de mínimo 100.000 yuanes (14.000 dólares, 13.000 euros) para los infractores, mientras que los clubes pueden enfrentar multas y sanciones adicionales en caso de violaciones disciplinarias, como la disputa de sus partidos de local sin público en las gradas.
En los últimos años en Japón ha habido algunos casos de discriminación o racismo que han obligado a los responsables de la liga a tomar medidas y a crear unas lineas éticas para promover el «juego limpio» de los espectadores. En 2014, en el estadio del Urawa Reds (equipo del norte de Tokio) apareció una pancarta durante un partido con el mensaje «Sólo japoneses», que llevó a la liga nipona a multar al equipo por permitir «contenido discriminatorio» en sus gradas con una sanción récord en la competición doméstica.
Los principios de la J-League incluyen el objetivo de «eliminar la discriminación» y de «Juego limpio social», que consiste en «la promoción de espacios justos, abiertos y seguros que todo el mundo pueda disfrutar» a la hora de seguir el fútbol, y «tomar medidas preventivas contra todos los riesgos y para mejorar la capacidad de respuesta».
En Irán se han producido episodios racistas contra jugadores de minorías étnicas como azerbaiyanos, kurdos, baluchis, árabes o turcomanos en los estadios de fútbol. La ONU llegó a condenar estos episodios y activistas de minorías étnicas denunciaron la situación durante la década pasada, sin que las autoridades políticas o futbolísticas iraníes llegasen a tomar medidas.
Hoy no es una cuestión que se debate en el país persa, como sí lo es la asistencia de mujeres a los estadios. En 2019 se permitió por primera vez en 40 años, pero aún no se ha normalizado.
En India, país de mayoría hindú, se han vivido casos de discriminación con ataques contra algunos de sus propios jugadores por ser musulmanes. Las críticas son más habituales a través de redes sociales que dentro los estadios, donde no existe ningún protocolo para atajar los posibles insultos más allá de mensajes mediante megafonía o el videomarcador rogando respeto para los jugadores.
En Israel, la cuestión del racismo en el fútbol es un tema recurrente a pesar de que desde 2008 rige la Ley para la Prohibición de Violencia en el Deporte, que prevé penas de hasta dos años de prisión por expresiones de racismo u homofobia en los estadios. En la práctica, sin embargo, esta ley se ha aplicado en contadas ocasiones, mientras que los estadios de fútbol israelíes son testigo de permanentes casos de racismo, sobre todo hacia los jugadores árabes, descendientes de los palestinos que se quedaron dentro de las fronteras del Estado de Israel tras su fundación en 1948.
Según un reciente informe de la ONG New Israel Fund que monitorea casos de racismo en el fútbol israelí, la temporada 2022/2023 registro un nuevo récord en el número de incidentes de racismo u homofobia reportados en partidos de Primera División, que alcanzaron los 123.
África
En el África Subsahariana, no hay grandes medidas contra posibles episodios de discriminación racial en los estadios de la región. Hay que remontarse a la época del sistema segregacionista del apartheid (1948-1994), en Sudáfrica, para encontrar un ejemplo de racismo flagrante en el fútbol africano. Durante mucho tiempo, ese sistema impidió a la mayoría negra del país jugar partidos de fútbol con la minoría blanca.
En la actualidad, la Confederación Africana de Fútbol (CAF, organismo rector del fútbol en África), que ha denunciado el racismo contra futbolistas africanos en estadios de Europa, ha llegado a abrir investigaciones sobre acusaciones de racismo en partidos de fútbol en el continente, aunque no ha impuesto sanciones significativas por ese motivo.
En Egipto, los episodios de racismo son habituales, aunque no dentro de los estadios, puesto que la asistencia de hinchas está severamente limitada a raíz de unos enfrentamientos entre aficionados de dos clubes egipcios que en 2012 que dejaron 74 muertos y más de 500 heridos.
Oceanía
En noviembre de 2021, la gubernamental Comisión Australiana de Deportes adoptó una serie de directrices nacionales para abordar los incidentes con espectadores racistas en los estadios del país, donde en muchas ocasiones los jugadores aborígenes o de otro origen étnico son insultados por su color de piel y procedencia. Estas medidas se sumaron a una serie de leyes contra la discriminación que rigen en el país, así como a diversas iniciativas y códigos de conducta deportivos que se han implementado especialmente en el fútbol australiano -similar al fútbol gaélico de Irlanda-.
La Liga de Fútbol Australiano comenzó a abordar de manera proactiva el racismo desde la década de 1990 con una política que sanciona a los jugadores que insulten a alguien por su raza, religión, etnia, color, nacionalidad o procedencia familiar. Sin embargo, los problemas persisten dentro y fuera del terreno de juego y, en ocasiones, traspasan las gradas.
En un país donde casi un 25% de la población de más cinco millones de habitantes es maorí o de las islas del Pacífico, el Ejecutivo de Wellington aprobó el año pasado una nueva definición de integridad en los deportes para luchar contra diversos problemas como la discriminación, el racismo, el acoso, la corrupción, las trampas, el fraude, entre otros.
No obstante, el racismo sigue presente en deportes neozelandeses y un informe de la federación nacional de rugby reveló el año pasado una serie de abusos tales como favoritismo, incomunicación, críticas al cuerpo y comentarios culturalmente insensibles, perpetrados contra las jugadoras maoríes y de las Islas del Pacífico de su selección femenina.
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