#8Sep | Cumpleaños y Aparición de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela
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Un día de 1651 cuando el Cacique Coromoto junto a su mujer y sus hijos atravesaban el río, se le apareció una mujer muy bella que presentaba frente a ella a un niño radiante y sonriente, ambos tenían corona sobre la cabeza y sus ropas eran como de gran fiesta.
Coromoto, haciendo honor a su nombre, “el que detiene la tormenta”, se le acercó y le preguntó: ¿Qué desea?, ella le respondió con voz muy dulce: “vayan casa de los blancos, pidan que les echen agua en la cabeza para poder ir al cielo”, el cacique le respondió: “con gusto bella señora”.
Un tiempo después el cacique estaba muy molesto porque en estas nuevas tierras estaba pasando mucho trabajo y calor, el sacerdote capuchino que les enseñaba les dijo “mañana es 8 de septiembre, día en que la iglesia entera celebra el cumpleaños de la virgen”, Coromoto se negó y ese 8 de septiembre salió corriendo hacia la selva, todos sus compañeros se echaron agua en la cabeza y pasaron un día muy feliz.
Cuando Coromoto regresó de la selva en la noche se acostó sobre su cama, se apareció en la puerta del Bohío la bella señora con el niño en los brazos; el cacique muy molesto trató de votarla de allí y como ella seguía entrando sonriente trató de flecharla, pero viendo que se adentraba más al bohío se abalanzó sobre ella y esta desapareció dejándole en la mano una imagen que el vio tan viva que le ofreció matarla al día siguiente.
Esa imagen de la madre de Dios con el niño del tamaño de una huella dactilar despedía rayos luminosos muy intensos como los del sol a medio día, pero no quemaban. La imagen que le dejó la bella señora era ella teniendo al niño enfrente, el niño tenía la mano derecha levantada en actitud de bendecir y en la izquierda cargaba una bola redonda que representaba al mundo con una cruz encima.
El sobrino del cacique, que había presenciado todo y vio a su tío esconder la imagen, la llevó a Juan Sánchez para ponerla a salvo, al día siguiente Coromoto se levantó, quemó la choza y huyó a la selva. En la selva se vio mortalmente mordido por una mapanare, cuando se vio adolorido y con el veneno que le iba corriendo en el cuerpo y se dio cuenta de que iba a morir y no tenía más fuerzas se recordó de lo que la bella señora le había dicho: “Échate agua en la cabeza para poder ir al cielo”.
Ahora él iba a morir y era el único que no se había bautizado, la bella señora como buena madre le tendió la mano sin el merecerlo; pasaba por allí un señor católico de barinas que conocía su fe y al escuchar los gritos que decían: “¡alguien écheme agua en la cabeza para yo poder ir al cielo, se acercó, tomó un poco de agua y se lo echó en la cabeza diciendo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Ahora Coromoto podía dormir tranquilo, le pidió al señor de Barinas que lo acompañara hasta donde estaban los suyos, allí les dijo “ustedes deben quedarse aquí porque la bella señora me lo pidió, para que ustedes puedan todos ir al cielo”.
Fue así como dirigido por un sacerdote capuchino, se formó la primera comunidad de católicos en Venezuela, todos hablaban de la bella señora que se le apareció a Coromoto, por eso todos la conocemos como la bella señora de Coromoto, la Virgen de Coromoto, la que aceptó llevar el nombre que significa “la que detiene la tormenta”, pidámosle a ella y consagrémonos hoy día de su cumpleaños y día de su aparición porque ella es la madre de Dios y con Dios ¡siempre ganamos!