#6Ene | Día de los Reyes Magos, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
A la fiesta de los tres Reyes Magos se le da también el nombre de la epifanía, la manifestación de Jesús, esos tres personajes que buscaron un rey recién nacido, basándose en su comprensión de los cielos, pero tengamos en cuenta que ellos no eran los únicos que buscaban a Jesús, Herodes también quiso saber el paradero de este rey niño recién nacido, pero por razones muy diferentes, lo que quería era eliminarlo porque lo consideraba una amenaza a su poder.
El evangelio de San Lucas habla de los pastores que representaban a los pobres y a los marginados, quienes después de recibir una serenata bellísima de todo un ejército celestial de ángeles se motivaron a salir en busca del niño Jesús. En el trasfondo de estas narrativas está la esperanza de los hijos de Israel esperando al mesías prometido, algunos en ese momento esperaban un gobernante militar buscando eliminar una fuerza de ocupación, en cambio, el grito de guerra de Cristo fue “¡ama a tus enemigos!”, y encontró ejemplos de fe en el opresor.
Todo esto hace que descubramos una atención dinámica en la que todo, tanto carnal como espiritual, apuntaba hacia una cueva, un niño, su madre, su padre legal y el comedero en el que el recién nacido había sido colocado. Todas las personas del mundo conocido, creyentes, no creyentes, ricos, pobres, reyes, campesinos, hombres, mujeres, estaban buscando y deseando encontrar la fuente de la verdad, la bondad, la belleza, la libertad y lo que encontraron fue a la fuente de la vida envuelto en pañales, inocente, indefenso, nacido en la pobreza y protegido sólo por lo que debió ser evidente tanto para María como para José, la gracia de Dios.
Nuestro mundo lucha por encontrar qué es la verdad, para algunos la verdad es simple y se resiste a preguntas, para otros la verdad es ilusoria, para otros la verdad es una aventura llena de dudas, para algunos buscar la verdad los lleva a complejas abstracciones filosóficas, otros abandonan la búsqueda, se frustran, se vuelven complacientes y presumen que la verdad no se puede alcanzar.
Para el cristiano todas estas reflexiones pueden estar presentes en su vida, pero hay una dimensión adicional única del cristianismo: que transforma nuestras vidas. La verdad se encuentra en un recién nacido que es mucho más que un recién nacido. Con esta fiesta de la epifanía sabemos que la verdad se encuentra en Jesucristo y en este descubrimiento recibimos una invitación a hacer mucho más que aceptar una cadena de argumentos racionales para demostrar que él existe.
Amigos, tanto la fe como la razón son necesarias para que el alma ascienda a Dios, y en ese ascenso llegamos a conocer la fuente de nuestro viaje. Estamos invitados a adentrarnos en un nuevo camino en el que encontramos la verdad, la bondad, la belleza, la fe, la esperanza, la libertad y el amor a través de una relación que trasciende cualquier tipo de vínculo humano que podamos imaginar.
Estamos llamados a encontrar una relación que sea como un pozo de agua que nunca se seca, como un trago de ese pozo que nunca deja sed, un pan que alimenta de manera que nuca te quedes hambriento y un vínculo de amor cuya permanencia trasciende este mundo y une a un amor eterno que sólo puede provenir de la fuente de todas las cosas.
Al igual que los Reyes Magos, ya seas un gran científico que busca la verdad a través de la razón natural y la ciencia, o seas un sacerdote, una religiosa o una simple persona que responde a una llamada del mas allá, todos los seres humanos estamos en un viaje, recorriendo diferentes caminos donde se trata de estar atentos, ser participativos, saber que enfrentaremos oposiciones, dándole a cristo su puesto, sabemos que él es quien está conduciéndonos a nuestro verdadero fin que es Dios, nuestra fuente y cumbre, y amigos con Dios ¡siempre ganamos!