Perfil de José Gregorio Hernández, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

El doctor José Gregorio Hernández era de apariencia delgada, medía aproximadamente 1.60 de estatura, su piel era ligeramente tostada por el sol, tenía una mirada vivaz, clara, penetrante, sus ojos oscuros sabían mirar de frente e inspirar confianza, le veía la cara a la gente, le veía los ojos a la gente. Su rostro era ligeramente ovalado y poseía una sonrisa acogedora y cálida, pero tenía un carácter firme, fue prudente en todos los aspectos de su vida, no dejó que nada ni nadie, enturbiara su visión de la realidad, se esforzó para que sus decisiones siempre se basaran en la verdad, como hijo y hermano siempre estuvo muy cerca de los suyos, atento a todas sus necesidades, tanto materiales como espirituales.

Fue un hombre comedido, nunca permitió que su ambición o afán de placer llegaran a obrar ni desordenadamente ni antinaturalmente. El Doctor José Gregorio Hernández hizo de Venezuela un mejor país, porque supo combinar su ser profesional con su ser cristiano, ejerció su profesión con responsabilidad, honestidad y perseverancia. Las virtudes de la justicia, la prudencia, la amabilidad, religiosidad, generosidad y bondad sobresalían en él.

Vivió intensamente su fe en Jesucristo y la iglesia, asistió diariamente a la misa, confesándose con frecuencia, manteniéndose unido a Dios a través de la oración y la devoción a la santísima virgen, todos los días rezaba el rosario.

Puso el máximo empeño para seguir estudiando y mantenerse actualizado en los últimos avances de la medicina, vigiló atentamente la formación de sus alumnos, desarrollaba la investigación como un aporte serio a la ciencia, se ocupaba personalmente de los enfermos y de todos los necesitados sin distinguir clase social o ideología.

Fue médico de los pobres, profesor universitario, científico, cristiano ejemplar. Se sentía orgulloso de pertenecer a la iglesia católica a la cual siempre defendió y dentro de la cual vivió toda su vida. Fue un gran devoto de la virgen de Las Mercedes, de Santa Teresa de Jesús y de San Francisco de Asís y al mismo tiempo se hizo terciario franciscano.

Fue un hombre servicial, vivió a plenitud las obras de misericordia, se destacó por la fortaleza, por enseñar, vivir e implantar la justicia, por mantener en alto los principios católicos sin ofender a nadie, hablaba inglés, alemán, francés, italiano, portugués, dominaba el latín, 7 idiomas.

Era músico, filósofo, y poseía profundos conocimientos de teología. Nunca se desligó de la situación político social y económica que vivía el país, sabía que la mejor contribución que podía dar a alguien y a su país era practicar su profesión, la medicina, lo más eficientemente posible, siendo una persona honesta, responsable y cumplidora, poniendo en práctica los valores cristianos.

En la vida de José Gregorio no hay prodigios extraordinarios ni grandes heroísmos, el demostró que se puede ser un gran maestro, un gran hombre de ciencias reconocido nacional e internacionalmente y al mismo tiempo ser un hombre de profunda fe, de confianza absoluta en Dios, de misa diaria, buscando la ayuda y la inspiración de Dios convencido de que ¡con Dios siempre ganamos!