#24Nov | Es tiempo de esperanza, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

La iglesia tiene ciclos litúrgicos cada uno con su característica propia, la característica de la cuaresma es ser un tiempo de sacrificio, de esfuerzo para ayudar a Cristo a cargar la cruz por tantas ofensas que se han cometido contra él. La Pascua habla de la alegría de la resurrección y la victoria de Jesucristo, el Adviento se convierte en un tiempo de levantar los ojos hacia la promesa que nuestro señor hace a su iglesia de estar con nosotros. El tiempo de Adviento es la preparación de la venida de Dios con nosotros, es el tiempo del cumplimiento de la promesa de Dios.

Adviento es tiempo de esperanza, la esperanza es una virtud que sostiene el alma, la anima, la consuela. Cuántos desánimos, caídas, decepciones, deseos de abandonarlo todo, sobretodo en materia espiritual, apostólica, familiar, de trabajo. La falta de esperanza es la falta de fortaleza y el resultado es la carencia de una perspectiva de futuro, esto acaba por hundir a la persona y le impide mirar hacia el futuro y mirar hacia Dios.

La esperanza tiene una faceta de dinamismo, porque empuja, porque es como quien ve la meta y ya no se preocupa de si está cansado o no, de si las piernas le duelen o no, y la distancia a la que viene el otro detrás; sabe hacia dónde se dirige, tiene una meta presente y corre hacia ella.

La esperanza es semejante a cuando uno está perdido en el campo y de pronto ve en la lejanía un punto que reconoce, un árbol, una casa, una parte del camino, entonces ya no le importa por donde tiene que ir atravesando, lo único que le interesa es llegar al lugar que reconoce. La esperanza sostiene y permite seguir adelante, dispuesto a sobrepasar las dificultades del camino, porque tienes la ilusión de una meta feliz. Aunque sepa todo lo que me falta para esperar lograr alcanzarlo la esperanza anima a seguir adelante, se convierte en un fermento del alma.

Si en la vida lo único que haces es tratar de mantenerte igual nunca vas a crecer, nunca vas a llegar a todo lo alto que pudieras crecer. Y si nada más te quedas en transformarte, cuando veas lo duro lo difícil y lo áspero de esta transformación puedes caer en la desesperanza.

La invitación es que vivamos este tiempo de adviento con la mirada dirigida hacia Cristo, que es el objeto de nuestra fe. Pídele a Dios que te permita encontrarlo y recibirlo, que te dé la gracia de sostener tu corazón en el trabajo diario de santificación personal con la esperanza como virtud central. En este tiempo de Adviento repitamos lo que dice el salmo 26: “El señor es mi luz y mi salvación, ¿A quien voy a tenerle miedo?”, el señor es la defensa de mi vida, ¿Quién podrá hacerme temblar?, el señor es mi Dios y mi salvador, el señor es mi pastor, nada me falta” porque él es Dios y ¡con Dios siempre ganamos!