“23 paseos” | Un amor de película para disfrutar en la tercera juventud - 800Noticias
800Noticias
Entretenimiento Cine

ABC

El británico Paul Morrison debutó en la silla del director tarde, con 54 años. Lo hizo a lo grande, eso sí, logrando una nominación al Oscar con «Solomon & Gaenor» (1999). Pero su carrera no se disparó. Iba con la calma de la madurez y la paciencia de haber trabajado antes en el mundo de los documentales. Apenas rodó dos películas más, la última en 2008, «Sin límites», con el ídolo juvenil Robert Pattinson. Y paró. No por propia voluntad, confiesa. Bordeaba la edad de jubilación y no le salieron más oportunidades. Hasta que ahora, a los 76 años, ha escrito y dirigido «23 paseos», una película tan reposada y calmada como se vuelve la entrevista con él al otro lado de la pantalla vía Zoom.

Despojado de la prisa del que ha recorrido ya su camino, describe su película como «una historia sobre personas de mi generación, de gente entrada en años». Y se confiesa: «Quería reflejar su complejidad. En la mayoría de las películas o son invisibles o son un pozo de sabiduría o están enfermos o hay que rescatarlos».

No ha querido complicarse. Apenas dos actores (Alison Steadman y Dave Johns), dos perros y los parques que rodeaban su casa de Londres, allí donde se rodó. «Me caía de la cama en el set», cuenta entre risas. Todo para filmar la historia de un romance entre un hombre y una mujer en la madurez de su vida. Una pareja que se encuentra de casualidad paseando a sus perros y que descubren que pueden recorrer juntos el (pen)último tramo de sus vidas.

«No hay diferencia entre una historia de amor entre gente de 70 años u otras historias de amor: sigue siendo una experiencia íntima, bella y emocionante», desgrana a ritmo lento. «En esa edad tienes más mochilas, más historias, pero también más habilidades para manejar las frustraciones. Ambas suceden en la vida real», remata. En esa mochila caben los secretos propios de una vida ya vivida: viejos romances, hijos lejos del nido, nietos de mirada limpia… Y sexo: «En los medios, todos son guapos, sexys… Hay una idealización del sexo. Necesitamos celebrar malos desnudos, el sexo corriente, real… incluso el mal sexo», apunta divertido.

La soledad de la pandemia

Con el confinamiento todavía reciente, la película ha adquirido una nueva dimensión. «Veo a gente mayor muy sola -lamenta-. Espero que esta película pueda ser una luz para ellos. Tras su estreno en cines en Reino Unido, la gente me decía que le gustaba la esperanza de la historia de amor de estas dos personas. Me decían que no querían ver más historias tristes», explica.

Quizá por ese optimismo que le embarga por naturaleza cree que el futuro puede ser brillante: «Espero que de la pandemia salgamos mejores. De pronto hemos vivido una fuente de compasión, de escuchar a la gente que sufre, a la que gente que lo pasa mal… Espero que esta compasión se traslade a la política y haya un cambio», desea.

Además de Alison Steadman y Dave Johns, los otros protagonistas son sus mascotas, dos perros que parecen disfrutar robando planos. De hecho, Morrison dedica la película al que fuera su perro, que sufrió el mismo final que el que rodó. Cierra así el círculo: un homenaje a su generación y a su fiel amigo.

Síguenos por @800noticias