#22Nov | ¿Por qué una fiesta de Cristo Rey?, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

El último domingo del Año Litúrgico los católicos celebramos la Solemnidad de Cristo Rey, instituido por el papa Pío XI, en ese tiempo gran parte del mundo estaba en ruinas era el año 1922, la Primera Guerra Mundial había finalizado pero la paz y la tranquilidad generalizadas no eran evidentes. Los gobiernos vivían un caos económico, el desempleo era desenfrenado, la gente en muchos lugares, literalmente, se moría de hambre. La rebelión de individuos y Estados contra la autoridad de Cristo produjo consecuencias deplorables, rivalidad entre naciones, entre personas, corrupción, desenfreno por tener más. La unidad y la estabilidad las familias se vieron socavadas, la sociedad se vio sacudida hasta sus cimientos y en camino a la ruina.

En su angustia, la gente se aferró a cualquiera que les ofreciera una esperanza, les ofreciera algún tipo de dirección para salir del caos y les prometiera poner un plato de comida sobre su mesa.

Gravitaron hacia los dictadores emergentes y, cómo lo hicieron, a menudo buscaron ser autosuficientes hasta excluir a Dios de sus vidas cotidianas. Muchos consideraron que los fundamentos de la moralidad y las enseñanzas de la iglesia estaban desactualizadas y ya no eran relevantes en la sociedad del siglo XX.

El pensamiento moderno permitió que, como mucho, Cristo pudiera ser Rey en la vida privada de cada persona pero, ciertamente, no en el mundo político. Eran tiempos parecidos al nuestro en la actualidad.

El papa Pío XI sacó una encíclica declarando a Cristo como Rey del Universo y en ella señaló que el continuo desorden de la época, lo que él llamó la plaga de la sociedad, era el resultado de las naciones que rechazaron a Cristo.

El papa Pío XI recordó, deliberadamente, a los gobiernos nacionales diciendo “Cristo ha sido expulsado de la vida pública, despreciado, descuidado e ignorado. Cristo se vengará de la forma más severa de estos insultos, pues su dignidad regia exige que el Estado tenga en cuenta los Mandamientos de Dios y los principios cristianos, tanto en la elaboración de las leyes como en la administración de justicia, y también al proporcionar a los jóvenes una sólida educación moral”.

El Papa instruyó a los fieles a utilizar esta celebración anual como un momento para consagrarse o renovar su consagración al Sagrado Corazón de Jesús y a Cristo vivo en la Eucaristía.

Hagamos nosotros lo mismo, porque el poder de Jesucristo no es el poder de los Reyes o la gran gente de este mundo, es el poder divino para dar vida eterna, para liberar del mal, para derrotar del dominio de la muerte, es el poder del amor que puede sacar de un mal, un bien, que puede derretir un corazón endurecido, traer paz en medio del conflicto más duro y encender la esperanza en la oscuridad más espesa.}

Este Reino de Gracia nunca se impone y siempre respeta nuestra libertad. Cristo vino para dar testimonio de la verdad. Elegir a Cristo no garantiza el éxito según los criterios del mundo, pero sí asegura la paz y la alegría que sólo él puede darnos. Así lo demuestran en cada época las experiencias de numerosos hombres y mujeres que en nombre de Cristo, en nombre de la verdad y la justicia se han opuesto a las tentaciones de los poderes terrenales, con sus distintas máscaras, hasta el punto de sellar su fidelidad con el martirio, seguros de que con ¡Dios siempre ganamos!