2024 año de la oración, por María García de Fleury - 800Noticias
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Este año 2024 ha sido declarado Año de la Oración, como preparación al jubileo del año 2025, un año especial de gracia que comenzará el 24 de diciembre del 2024 y terminará con la Epifanía el 6 de enero del 2026.

Entre los ritos más significativos están la apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro y del resto de las Basílicas Mayores de Roma. Se ha pedido que sea un año de oración porque la oración tiene el poder de transformar todo en bien, de abrir un horizonte a la mente y de agrandar el corazón, orar es hablar con Dios como se habla con el mejor amigo. Las cosas comienzan a cambiar cuando hay una iglesia que busca a Dios. La oración es la llave para que Dios abra los cielos y bendiga la tierra, no debemos esperar que Dios lo haga todo por su cuenta, Dios está esperando que nosotros hablemos, Dios quiere darnos lo que necesitamos, pero Él puso un reglamento y dijo, «pidan y se les dará, busquen y hallarán, toquen y se les abrirá» ,Dios está diciéndonos que le pidamos, que Él no tiene límite, lo más pequeño o lo más grande, no importa lo que sea, porque Dios es Dios de todo.

¿Hay algo que sea difícil o imposible para Dios? No, que va. Todo es posible para Dios, lo más pequeño o lo más grande. Cuando Dios dice, pidan y se les dará, está enseñándonos que la oración es la que mueve la mano de Dios,  cuando oramos, lo hacemos por nosotros mismos, por nuestra familia, por nuestra vida, nuestra ciudad, nuestra patria, el mundo, entonces la bendición de Dios se agiganta.

Cuando oramos, los problemas diarios no se convierten en obstáculos, sino en llamadas de Dios a escucharlo y mirar más allá, viendo que las pruebas de la vida permiten acrecentar nuestra fe, nuestro amor y se convierten en oportunidades de crecimiento.

La oración es sobre todo escucha y encuentro con Dios, tal como lo hacía Jesús cuando se alejaba a rezar. La oración de un justo puede mucho. Dice la Biblia que la oración de todos es todavía mayor, cuanto más somos, más bendición hay, Dios está esperando que le pidamos.

Muchas veces uno dice, pero es que Dios no me da, pero el error está en que no le pedimos, porque creemos erróneamente que no es necesario pedir. Jesús enseña que la oración es un arte para practicar con insistencia. Una oración perseverante produce una transformación progresiva, hace que seamos fuertes en los periodos de angustia, de tribulación, da la gracia de ser sostenidos por aquel que nos ama y nos protege siempre.

Aunque nos unamos con muchos otros para rezar, también es importante la oración en soledad, como hacía Jesús. Ahí, en el silencio, habla Dios. Quien reza no se aleja del mundo. Sin vida interior, la persona se convierte en superficial, inquieta, ansiosa, por esto tenemos que ir a la oración, sin vida interior, huimos de la realidad y huimos de nosotros mismos, convirtiéndonos en hombres y mujeres siempre en fuga.

Cultivemos nuestra amistad con Dios, y cultivar no es otra cosa que hablar, necesitamos tener tiempo para hablar con Dios. Si queremos ver un cambio en nuestra vida, en nuestra familia, en nuestra ciudad, país, es necesario orar, pues la oración es la llave que Dios dejó y que Jesús enseñó. No se trata de la cantidad de palabras que uno utiliza al orar, sino la intensidad y la pasión que le ponemos a la oración.

La oración lleva a esa comunión con Dios, donde encontraremos paz, felicidad, esperanza, trabajo, salud, porque todo está en manos de Dios,  ¿Por qué?,  Porque con Dios siempre ganamos.

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