2-0 | Real Madrid inicia el 2021 derrotando al Celta
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La ambición despeja los espacios que no permite el miedo, por lo que al Madrid le sientan mejor los rivales que creen que los que temen. Tiene riesgos, el mayor la pérdida de control del juego que desea todo entrenador decente, y Zidane lo es. Pero el Madrid es como el escorpión: la contra está en su naturaleza.
Por ese camino desmanteló a un Celta de catálogo, bonito, en el que mediapuntas de buen pie surten a Iago Aspas, un futbolista escapado de una fábula. Lo suyo sólo se explica entre meigas, aunque el duelo nos privara de su magia demasiado pronto por una lesión. Hay jugadores que jamás deberían dejar un campo de fútbol.
Los mejores acompañantes de Aspas se activaron nada más empezar. Nolito lanzó un balón al espacio al que siempre llega el mascarón de proa celtiña. Aspas, forzado en el remate, salvó a Courtois, pero Nacho evitó el gol. La continuidad de la acción encontró a muchos hombres del equipo gallego por delante de la pelota. El repliegue era mucho más lento que el cabalgar de los madridistas. Asensio ganó la izquierda en velocidad, pero cambió el tercio con un centro de mermelada. Lucas Vázquez lo cazó como un furtivo del área. Como no tiene nada que perder, el patito feo del Madrid no pide permiso.
Habían pasado apenas seis minutos, casi los mismos que después del descanso, cuando el Celta erró en la salida, Modric cazó la pelota, miró hacia adelante y esta vez se intercambiaron los papeles. Lucas Vázquez cedió gol a Asensio.
Los actores de las acciones merecen su aparte. Modric ya lo tiene, merecido. El primero empezó en Nacho, que entró en el once como sustituto de Sergio Ramos, en la grada con problemas estomacales que siguieron a la Nochevieja. Cumplió de verdad. Asensio, por su parte, volvió a hacer lo que se le supone, la diferencia, por tercer partido consecutivo, después de un regreso en Off. Lucas Vázquez no tiene su vuelo, pero siempre está en On. Desde el partido contra el Gladbach, en la Champions, se ha hecho dueño de la banda derecha y no parece algo circunstancial. Para ZZ, hoy, está por delante de Rodrygo o Vinicius. No le sucede lo mismo a Asensio, porque Hazard no ha competido todavía, y se le esperará siempre. Si no fue titular, puede deberse a que el técnico no lo encuentra aún en su nivel óptimo. Tuvo sus minutos, sin más.
El primer gol, nada más empezar, acentuó las características de ambos equipos, con un Madrid que cedió la posesión a la espera de más espacios. No es fácil competir en eso con el Celta, y más tras la llegada del Chacho Coudet, que ha trabajado bien las proporciones entre el juego y la autoestima. Son vasos comunicantes. La derrota en Valdebebas no alterará el camino, porque no es el Madrid su unidad de medida.
El equipo gallego, muy ofensivo, parte de vértices con autoridad en su columna, como el central Murillo, pese a su fallo en el segundo gol del Madrid, que pasó por el Barça como un turista por el tour del Camp Nou, y Tapia, un pivote solvente. En las acciones de repliegue, en cambio, pueden encontrarse muy solos.
Fue más dominador el equipo de Coudet en el ecuador del partido, pero con poco peligro para tanta posesión. Después de la acción de Aspas, apenas un disparo de Olaza en el primer periodo. En el mismo espacio de tiempo, resultó más peligroso el de Carvajal en el área opuesta. Los porteros fueron casi espectadores.
Nada más regresar, sufrió el Celta algo peor que un gol. Fue la lesión de su jugador-franquicia tras una entrada en la que Nacho vio la tarjeta amarilla. Al dejar el campo, el rostro del de Moaña era el de la rendición. La cumplió su equipo, que encajó el segundo tanto a continuación y quedó a merced de un Madrid apretado y seguro, incluso con su líder emocional en la grada, que sabe lo que tiene, lo que quiere, pero también lo que le gusta.