#1Nov | Día de todos los Santos, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
La iglesia desde sus orígenes comenzó a celebrar la vida de todas aquellas personas que al morir entraron al cielo a vivir la gloria de Dios, muchos murieron como mártires defendiendo su fe, la iglesia primitiva acostumbraba a celebrar el aniversario de la muerte de un mártir en el lugar del martirio.
En la gran persecución del emperador Diocleciano hacia los años 284 y 305, se abolieron todos los derechos legales de los cristianos y todas las prácticas relacionadas con la religión; los cristianos fueron perseguidos, martirizados, el número de mártires llegó a ser tan grande que no se podía separar un día especial para asignárselo, por eso la iglesia, consciente de que cada mártir debe ser venerado, señaló un día en común para todos.
En el sermón de San Efrén el sirio, en el año 373 aparecieron las primeras referencias al día de todos los santos, el Papa Gregorio III entre los años 731 y 741 escogió el primero de noviembre para la conmemoración de la vida de los santos. En el siglo IX el Papa Gregorio IV extendió esta conmemoración a toda la iglesia para recordar a todos aquellos que habían consagrado su vida a Dios, principalmente a los santos anónimos.
El Día de todos los santos es el día para celebrar esa multitud innumerable de hombres y mujeres de toda raza, edad y condición que de desvivieron por los demás, que vencieron el egoísmo, que aprendieron a perdonar, que supieron hacerse pobres en el espíritu, a las personas que eran sufridas, a los pacíficos, a los defensores de la justicia, a los perseguidos, a los misericordiosos, a los limpios de corazón, a los que hicieron de su vida una manifestación de los valores trascendentales, cualquiera que en cualquier momento y situación supo ser fiel sin que a su alrededor se enterara casi nadie, cristianos anónimos que a su manera, a escala humana se parecen a Cristo, el enfermo el niño la madre de familia, un oficinista, un albañil, la monjita que nadie recuerda, gente que en vida parecía tan gris, tan irreconocible, tan poco llamativa, la gente vulgar y buena de todos los tiempos y de todos los lugares, por eso, en la solemnidad de todos los santos se leen las bienaventuranzas.
Buscar la santidad es tener conciencia efectiva de ser hijo de Dios, es buscar pureza de intención en todo lo que hacemos, decimos y sentimos buscando parecernos a Cristo desde la propia circunstancia; en los días felices, cuando la angustia arranca lagrimas del corazón, en la soledad de tu habitación, o en el ruido de la ciudad, en la buena salud y en la mala salud.
Alcanzar la santidad es descubrir el espíritu de alabanza y paz que debe animar toda la existencia, buscar lo bueno siempre, la santidad es bendecir a Dios en todo lo que te toca vivir, porque como dice San Pablo en la carta a los Romanos en el capítulo 8, versículo 28, “estas consciente de que en todas las cosas interviene Dios para el bien de los que lo aman”.
El primero de noviembre, Día de todos los santos es una festividad eminentemente religiosa y de las más representativas dentro del catolicismo en honor a todos y cada uno de los santos, conocido o desconocidos, que supieron en vida que con Dios ¡siempre ganamos!