#17Nov | «La bajada de la Chinita», por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

La fiesta y la celebración de la Virgen de la Chiquinquirá comenzó cuando ella fue mandada a pintar en un lienzo indígena hacia el año 1574 en Colombia, de allí pasó a Venezuela en 1749 como una tablita y su devoción ha crecido cada vez más. La Virgen de la Chiquinquirá es patrona de Colombia y también patrona de Maracaibo. En Venezuela las fiestas de la Virgen de la Chiquinquirá, también llamada La Chinita, comienzan la última semana de octubre con la bajada de la virgen, esta es una tradición instituida por los padres capuchinos, y significa la bajada de lo divino a lo corpóreo, es decir a lo humano.

Escoltada por un juego de luces, fuegos artificiales y cientos de flores a La Chinita le toma alrededor de una hora bajar de su lugar donde se tiene siempre a través de un tobogán de 60 metros para reunirse con los miles de feligreses presentes en la plazoleta frente a la basílica, de allí la llevan a pasear por muchas partes de Maracaibo hasta el día 16 que regresa a su lugar de origen.

El 17 de noviembre empieza lo que se conoce como la aurora de la virgen; esta procesión empieza a las 11 de la noche con una misa muy emotiva. Al finalizar la misa empieza la salida de la Virgen de la Chiquinquirá de la basílica donde la despiden con miles de pétalos de rosas, afuera la esperan cientos y miles de seguidores para emprender su caminata que dura toda la noche, acompañada de los cantos de los chiquinquireños al son de gaitas, que es la música típica del Zulia.

Al salir por la puerta del medio de la basílica comienzan los fuegos artificiales indicándole a la feligresía que ya la virgen salió a recorrer las calles para bendecir a su pueblo que la venera. La Virgen es alzada por los “Seguidores de María”, formados por hombres vestidos de blanco, unos llevan banderas y estandartes y otros la cargan y se turnan por todo el camino para llevarlos con un paso característico que es un vaivén como si fueran las olas.

Así la patrona del Zulia recorre las calles a lo largo de unas 20 cuadras hasta llegar al amanecer del día 18. En esta tradicional procesión que se conoce como «La Procesión de la Aurora» donde la reina morena vuelve a su puesto y termina su última peregrinación del año. El sentir de los feligreses es incontenible, se desbordan las lágrimas, se canta se baila, las personas se colocan en las puertas de sus casas y ventanas para que ella los bendiga a su paso.

Es una noche llena de voces de gratitud y alabanza a la madre de Dios como Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. El destello de la aurora acompaña a esta excelsa madre de Dios en su entrada a la plazoleta de la basílica. Este último recorrido de la tablita divide desde la noche hasta el amanecer y simboliza al son de otro grupo de gaitas llamado “Barrio obrero de Cabimas”, recordando aquella madrugada de 1709 cuando una sencilla mujer lavandera vio que, de la tablita recogida días atrás a la orilla del lago, mientras lavaba su ropa, brotaron chorros de luz pura y surgió la imagen de la madre santa.

La Procesión de la Aurora se concibió como la visión pastoral de atención a la mujer para recordar que fue también al filo de la madrugada cuando Jesús resucitó y es el signo de que María nos da al sol naciente, a su hijo resucitado, y de que ¡con Dios siempre ganamos!