#11Nov | «San Martín de Tours», por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
San Martín de Tours nació en Hungría, pero sus Padres se fueron a vivir a Italia, era hijo de un veterano del ejército y desde los 15 años ingresó en el servicio militar. Martín no estaba bautizado, su familia era pagana, pero un día de invierno muy frio, Martín vestido de militar se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba titiritando del frio y a medio vestir. Como no llevaba nada para regalarle, Martín sacó la espada y dividió en dos partes su manto y le dio la mitad al pobre. Esa noche asombrado, vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él le había regalado al pobre y oyó que le decía: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”.
El medio manto de San Martín, el que cortó con la espada para dárselo al pobre, fue guardado en una caja y se construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir medio manto se dice “capella” (Capilla), la gente decía “vamos a orar donde está la capella” (La capilla) y de ahí viene el nombre de capilla, que se le da a los pequeños lugares que se hacen para orar y para celebrar misa.
Después de esta visión Martín se hizo bautizar y se presentó a su general y le dijo “hasta ahora te he servido como soldado, déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión, me voy a luchar en el ejercito de Jesucristo y mis premios serán espirituales.
Se fue a la ciudad de Poitiers donde era obispo San Hilario, quien se dedicó a instruirlo, allí fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia, en esa soledad estuvo 10 años dedicado a orar a hacer sacrificios y estudiar las sagradas escrituras. Cuando le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía “fui soldado por obligación y por deber, ahora soy monje por inclinación y para salvar mi alma”.
Fue elegido obispo de la ciudad de Tours donde fundo otro convento y pronto tenía 80 monjes. Los milagros, la predicación y la piedad del nuevo obispo de Tours hicieron desaparecer el paganismo de esa región. Las conversiones al cristianismo eran todos los días, a los primeros que convirtió fue a su madre ya sus hermanos que eran paganos. Decía: “Con la espada podía vencer a los enemigos materiales, con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales”.
El obispo Martín recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote, fue fundador de todas las parroquias rurales en Francia, siempre estaba de buen humor, alegre y amable, era bondadoso con todos. Es interesante que un día en un banquete San Martin tuvo que ofrecer una copa de vino, la primera copa se la pasó a un sacerdote y después al emperador que estaba a su lado y explicó el por qué y le dijo “Majestad, usted como emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual”, el emperador quedó muy impresionado pero muy agradado con aquella explicación.
En los 27 años que fue obispo, se ganó el cariño de todo su pueblo, su caridad era inagotable con los necesitados, hubo quienes lo criticaban, pero él les decía: “Si Cristo soportó a Judas porque no voy a soportar yo a este que me está traicionando”. Con varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones porque en ese tiempo se acostumbraba a torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos y él se oponía fuertemente a las torturas, por eso se ganó la enemistad de altos funcionarios de gobierno.
San Martín de Tours creyó en el respeto y en la dignidad de cada ser humano, siempre vivió muy cercano a Dios y ¡con Dios siempre ganamos!