#03Dic | San Francisco Javier, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

San Francisco Javier nació el 7 de abril de 1506 en medio de una familia de nobles. A los 19 años salió de su castillo en España y fue a estudiar en la universidad de parís, era muy buen estudiantes, vanidoso, fiestero y se reunía con malos compañeros, pero allí conoció a Ignacio de Loyola, otro estudiante inteligente con quién competía en los estudios. En las conversaciones y diálogos intelectuales entre los dos al principio había animadversión, pero poco a poco Ignacio lo fue acercando a Jesucristo, ayudándolo a darse cuenta del poco valor de los bienes de la tierra y de lo mucho que valía ayudar a los demás y entregarse a Dios.

En varias ocasiones Ignacio le hizo a Francisco Javier la misma pregunta que le hizo Jesús, ¿De qué le sirve al hombre ganar al mundo entero si pierde su alma? Al graduarse Francisco Javier estaba decidido a dedicar su vida por completo a acercar a los demás a Dios. En 1534 fue uno de los 7 con quién San Ignacio fundó la compañía de Jesús y haciendo voto de absoluta pobreza fueron a tierra santa, de allí fueron a Venecia y con 31 años fue ordenado sacerdote junto a sus compañeros de la naciente compañía de Jesús.

Desde Lisboa, viajó a Goa, en la India, donde comenzó su viaje como misionero y su vida como misionero. Empezó atendiendo una leprosería, adaptaba las verdades de la fe a la música popular, y para conseguir que los niños fueran a oírlo predicar, iba por las calles tocando una campanita, los niños se remolinaban a su lado para escucharlo. Más que sus argumentos, convencía con su santidad y con la fuerza de sus milagros, su predicación era constante y tenaz, su único equipaje eran sus libros de oración y su incansable ánimo para enseñar, curar a los enfermos, aprender idiomas extraños y bautizar a conversos por millares.

Dedicaba las noches a la oración, y si no lograba dormir pasaba horas recostado junto al sagrario. A los enfermos les entregaba su rosario que llevaba siempre al cuello y su solo contacto ya los curaba. Un día conoció a un japonés, y este japonés le contó maravillas de su país, Francisco Javier decidió irse para Japón y para atraer a los japoneses a la fe renunció a su vieja sotana que usaba en la india y se vistió con trajes finos de seda como los que usaban los japoneses.

Aprendió el idioma y logró traducir al japonés una especie de catecismo muy sencillo que repetía siempre. Era alegre, optimista y estaba feliz por haber sido escogido por Dios para difundir su palabra. Poco antes de llegar a la China se enfermó y falleció.

Francisco Javier recorrió más de 120 mil kilómetros, es decir, dos veces y media la vuelta a la tierra, aun y cuando en esa época los viajes eran muy difíciles y hasta naufragó tres veces en el mar. Es patrono de las misiones porque llevó el evangelio hasta los confines de la tierra conquistando almas para Dios, porque Francisco Javier sabía que ¡con Dios siempre ganamos!