Observatorio Venezolano de Salud pide a Maduro aceptar ayuda internacional - 800Noticias
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EFE

La organización Observatorio Venezolano de Salud (OVS) pide al Gobierno de Nicolás Maduro que acepte ayuda internacional ante la «crisis de salud y alimentos» que vive el país caribeño.

«El Gobierno tiene que pedir y aceptar la ayuda internacional, puede ser de la Organización Mundial de la Salud (OMS) o de Unicef con sus programas para niños, para proteger a los grupos más vulnerables», dijo la directora del OVS, Marianella Herrera, en una entrevista con Efe en Washington.

Representantes de esta organización no gubernamental viajaron esta semana a la capital estadounidense para asistir a una audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre la situación del sistema de salud en el país caribeño.

Los representantes de la ONG aprovecharon su visita para mantener reuniones de trabajo en el marco de su campaña internacional para alertar a los organismos internacionales y a los Gobiernos de otros países de que «la destrucción del sistema económico venezolano hace que sea inviable que la gente coma y tenga medicamentos».

«Ya se han hecho algunos contactos diplomáticos, por ejemplo la OMS tiene programas de ayuda de medicamentos que están en dos días en Venezuela, pero el Gobierno tiene que pedirlo», explicó el investigador del OVS Julio Castro en la entrevista conjunta.

Esta organización sí considera que el país caribeño vive una «crisis humanitaria de salud», como declaró la mayoría opositora en el Parlamento y a diferencia de lo que opina el Gobierno y otras organizaciones como el Consejo Nacional para la Defensa del Derecho Humano a la Salud, la única que participó en la audiencia de la CIDH.

Para Castro está claro que hay una crisis humanitaria porque se cumple la condición de que «un evento, no importa su naturaleza, hace que las necesidades de los ciudadanos no puedan ser cubiertas por las características del propio país».

Según relató el doctor, el 92 % de la lista de medicamentos esenciales no puede conseguirse en Venezuela, incluidos los de la diabetes, los antibióticos, los inhaladores del asma o los oncológicos.

De ese grupo, el 62 % están en «falla absoluta», es decir, no pueden encontrarse en ningún punto del país, «independientemente del dinero que se tenga», entre ellos los recetados para las convulsiones.

«Si tienes dólares, lo único que puedes hacer es que te los traiga un amigo en la maleta porque está prohibido importarlos», señala el doctor.

«La gente se está muriendo porque no hay medicamentos, se han muerto niños con estatus convulsivo, oncológicos, no hay tratamientos para pacientes con VIH porque no lo han metido en su presupuesto y no pueden dejar de tomarlo ni un solo día, no hay tratamiento para la hepatitis C», enumera.

En su opinión, el Gobierno venezolano debería atajar esta crisis concretando una lista de 80 medicamentos que garanticen que «la gente no se va a morir como en 1800 por falta de medicinas» y pedir de inmediato la ayuda internacional.

Marinella, especialista en el tema alimentario, subraya la relación intrínseca entre «nutrición, salud y educación» y describe un panorama en el que la caída de la producción nacional y de las importaciones han dejado a los venezolanos «sin ácido fólico para las embarazadas, sin leche para los niños y sin proteínas de buena calidad para los más pobres».

«El clásico desayuno venezolano de huevos con fríjoles negros ha desaparecido de la mesa. La disponibilidad de alimentos no es estable pero además el costo es elevadísimo. Se necesitan 15 o 20 salarios mínimos para poder acceder a la canasta básica de alimentos completa», explica la experta.

En este contexto, Marinella y la organización que dirige esperan que «se abran al menos los compases para una discusión productiva y científica» en la que «no se politicen» los aspectos científicos y técnicos.

«Cuando se ofrece un dato metodológicamente correcto y analizado por académicos pero resulta que no está de acuerdo con el Gobierno entonces se dice que una organización es opositora y eso no tiene nada que ver», concluye.

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