Volver al barrio, la «pasión» de los hinchas de San Lorenzo que llega al cine - 800Noticias
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EFE

Cuando el cineasta argentino Sergio Criscolo contaba en cenas con amigos la historia de cómo los seguidores su equipo, San Lorenzo, recompraron el terreno donde estaba su antiguo estadio, todos alucinaban. Tiempo después, decidió convertirla en un filme que desgrana la «pasión» de todos ellos.

«Volver a Boedo» (2018), documental estrenado este mes de diciembre, aparta el foco de los jugadores y lo pone en los hinchas, «los protagonistas» de un cuento de David contra Goliat, según la cita bíblica con la que el propio Criscolo arranca la cinta, que por el momento tan solo se puede ver en Argentina, aunque su director, en entrevista con Efe, revela que presentó a festivales en España.

El club porteño de San Lorenzo, fundado en 1908, sufrió en la década de 1970 una crisis en medio de la cual la última dictadura argentina (1976-1983) le compró por un precio irrisorio su estadio, el Viejo Gasómetro del barrio de Boedo, para vendérselo después a la multinacional francesa Carrefour, que en la actualidad todavía tiene uno de sus hipermercados en el lugar.

Desde diciembre de 1979, fecha del último partido celebrado en lo que ahora es un establecimiento y su estacionamiento, San Lorenzo ha jugado fuera de su barrio tradicional.

Hace unos años, un movimiento encabezado por aficionados consiguió que la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires autorizase la recompra de los terrenos por parte de San Lorenzo tras una negociación con Carrefour para que el Ciclón volviese, después de mucho tiempo, a Boedo.

«Los simpatizantes pagaron el valor de un metro cuadrado, que era en su momento unos 600 euros (…) y se llegaron a juntar siete millones de dólares de los diez que costaba el predio», explica Criscolo.

«Eso habla de una generosidad, de una locura y de una pasión… Porque ese dinero es a cambio de nada», afirma Criscolo, quien también lleva en sus venas la pasión azulgrana.

La película muestra a aficionados que coleccionaron miles de objetos de San Lorenzo y conservan reliquias del Viejo Gasómetro, otros que devuelven al barrio los colores del equipo a través de decenas de grafitis e incluso al hincha que dedica los noventa minutos del partido a agitar su camiseta y bailar en éxtasis al son de las canciones de la hinchada.

«El motor que me llevó a hacer la película fue esto, que mucha gente que no tenía nada que ver entre sí socioculturalmente, solo los colores del club, gente que conoció el estadio y gente que no conoció el estadio, se hayan puesto un objetivo común», dice Criscolo.

Durante la entrevista, en un bar que se encuentra frente al mismo Carrefour que el próximo 1 de julio regresará a manos de San Lorenzo, un par de seguidores «cuervos» dan las gracias a Criscolo por la película, que en el cine se convierte en una suerte de experiencia colectiva en la que los aficionados cantan cada canción.

«Apuntaba a poder transmitir un sentimiento (…), es una historia que emociona y que uno empatiza», cuenta.

Uno de los momentos emotivos del documental es la búsqueda de los antiguos tablones pertenecientes a las gradas del Gasómetro, repartidos por la geografía argentina en lugares tan inhóspitos como las vigas de una iglesia en el norte del país y en la quinta del máximo goleador histórico de San Lorenzo, José Sanfilippo, que se construyó una tribuna en miniatura con ellos.

El cineasta llegó a pisar esos tablones de madera cuando era pequeño y, aunque para él era «ir a Disneylanda», conserva un recuerdo «de cierta amargura» porque el ambiente estaba enrarecido: el equipo iba a perder el estadio y descender en breve a segunda por primera vez.

A Criscolo le quedó la espinita clavada de que en su película apareciesen los dos seguidores más conocidos del Ciclón, el Papa Francisco y el actor Viggo Mortensen.

Mandaron una carta al Papa, sin éxito, y Mortensen les confirmó que participaría pero finalmente no pudo por problemas de agenda con otros rodajes, según Criscolo.

«Me parecía muy simpático verlos en su rol de simpatizantes, no de estrellas mundiales», sostiene Criscolo, que filmará las próximas concentraciones de aficionados «cuervos» porque, aunque aún no lo sabe, no puede descartar otra película cuando se levante el nuevo estadio, si es que se levanta.

Todavía falta para que se concrete la llamada «vuelta total» a Boedo porque la construcción de una cancha está en duda por reticencias de vecinos del lugar, permanecen dudas legales y políticas y se desconoce con qué fondos se pagaría un estadio moderno, pero Criscolo cree que «se va a hacer».

«No sé cómo, pero San Lorenzo hace esos milagros».

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