Voluntarios en Indonesia: “Veo casi imposible encontrar a alguien con vida”
Agencias
Alhamdulillah Kikri forma parte del grupo de voluntarios que se ha desplazado desde Yakarta, la capital indonesia, al distrito costero de Carita, a unas cuatro horas en coche, para ayudar en las tareas de búsqueda y rescate de supervivientes del tsunami provocado el pasado sábado por la erupción del volcán Anak Krakatoa.
Según el último balance oficial difundido este lunes, hay 128 desaparecidos. En los dos últimos días, sin embargo, Kikri solamente ha recuperado cadáveres: “Veo casi imposible encontrar a alguien con vida, pero no podemos desistir”, lamenta. Al menos 373 personas, todas indonesias, han muerto por la ola gigante, que hirió a otras 1.459. “El número de víctimas y de daños seguirá aumentando”, advirtió este lunes el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres, Sutopo Purwo Nugroho, al actualizar la cifra.
La zona sigue en estado de alerta mientras busca supervivientes a contrarreloj. Los servicios de rescate han peinado varios kilómetros de playa en Carita, en la costa oeste de la isla de Java. La zona, antes idílica a tenor de las fotos que decoran algunos de los establecimientos que siguen abiertos, está ahora cubierta de escombros arrastrados por el agua.
Al grupo de voluntarios le acompañan un par de perros que detectan la presencia de algún cuerpo sin vida entre las ruinas. Cuando esto sucede, los hombres empiezan a levantar los escombros con sus propias manos. Otras brigadas de socorristas cuentan con excavadoras y otra maquinaria pesada para despejar la zona. La prioridad es limpiar las carreteras para acceder a la localidad de Sumur, donde aún no ha podido llegar la asistencia.
Los equipos pasan cada día cuatro o cinco veces por el mismo sitio. Primero, para asegurarse de que los perros no han pasado a nadie por alto. Segundo, porque la marea aún devuelve a la costa algunos cadáveres de aquellos que fueron arrastrados hacia el mar por el tsunami el sábado por la noche. “Es muy probable que mañana haya más”, dice Kikri, de 38 años.
La búsqueda infructuosa es la norma. La excepción son las imágenes que muestra un vídeo publicado en las redes sociales en el que un grupo de salvamento logra sacar con vida a un niño de cinco años. Pasó más de 12 horas atrapado en un vehículo arrastrado por las aguas hasta la playa de Carita.
Los principales destrozos son visibles en primera línea de playa. La gran mayoría de viviendas situadas al otro lado de la pequeña carretera que bordea la costa aguantaron relativamente bien el envite, pese a que algunas están hechas con materiales precarios. Casi todos los grandes edificios se han mantenido en pie, si bien han sufrido algunos daños, incluso los que estaban a pocos metros del agua. Las casas bajas, en cambio, son ahora un amasijo de escombros de madera y hierros.
El suministro eléctrico funciona y es estable, la mayoría de comercios están abiertos y el trajín de vehículos en ambos sentidos es continuo. No ha habido problemas de escasez de comida o bebida ni episodios de pillajes, si bien la portavoz de Cruz Roja Indonesia, Aulia Arriani, señaló este lunes a la agencia Efe que, aunque la ayuda humanitaria ya se distribuye en la región, todavía son necesarias provisiones de alimentos, agua potable, medicinas y otros artículos de emergencia.
Kikri y los suyos se alojan desde que llegaron en un refugio improvisado con algunos de los evacuados situado en una zona alta. Son, por lo general, carpas instaladas de forma provisional en las que duermen al raso y que apenas les protegen de las tormentas recurrentes que caen en la zona.
El tsunami provocó la evacuación a zonas elevadas de las islas de 12.000 residentes, aunque en su último boletín de este lunes la Agencia redujo la cifra de desplazados a 5.665. Las autoridades siguen sin permitir que los residentes vuelvan a primera línea de playa ante la posibilidad de que el Anak Krakatoa ruja de nuevo y desencadene otro tsunami. Esta alerta permanecerá activa de momento hasta mañana.
El volcán ha entrado en erupción casi a diario en los últimos tres meses. La última vez fue este domingo, cuando expulsó una enorme y densa columna de humo blanco, por un lado, y una marea de rocas y cenizas negras cayendo al agua, por otro, como se aprecia en un vídeo difundido este lunes en Twitter por el portavoz de la Agencia Nacional de Gestión de Desastres. Pese a la espectacularidad de las imágenes, Purwo Nugroho subrayó que ha habido explosiones aún más virulentas en el último trimestre y que el nivel de alerta se mantiene invariable, es decir, de peligro a un radio de menos de dos kilómetros de la cima del cráter.
Carita, un popular destino turístico que el tsunami convirtió en un escenario de tejados rotos y árboles arrancados, se encuentra en la zona más afectada: el distrito costero de Pandeglang —especialmente la isla de Java— en la provincia de Banten. Allí, donde murieron 267 personas y 38 permanecen desaparecidas, se desplazó este lunes en helicóptero el presidente de Indonesia, Joko Widodo. “Visité Banten para ver con mis propios ojos los estragos tras el tsunami del sábado pasado en el estrecho de Sonda. Pido a todo el país que recemos para que Él nos proporcione salvación, paciencia y fortaleza. Amén”, aseguró en su cuenta de Twitter. La ola, que tuvo su origen en el estrecho de Sonda, entre las islas de Sumatra y Java, dañó 611 viviendas, 69 hoteles, 60 tiendas y 420 barcos.
Sin sistema de alerta
El portavoz Purwo Nugroho explicó este lunes en rueda de prensa los motivos por los que que la población no fue alertada de la llegada del tsunami. Indonesia, dijo, “cuenta con un sistema de alerta temprana basado en terremotos”. En cambio, carece de una herramienta equivalente que se active por “corrimientos de aguas submarinas y erupciones volcánicas”, como fue el caso del sábado. A esto se suma que las boyas colocadas para detectar una repentina subida de las olas no funcionan desde 2012 “por culpa del vandalismo, problemas técnicos y falta de presupuesto”, reconoció.
La erupción del Anak Krakatoa —emergido hace menos de un siglo, años después de la gran explosión del original Krakatoa en 1883— “produjo un corrimiento de tierras submarino”, concluyó este lunes la Agencia de Meteorología, Climatología y Geofísica. “Lo hemos analizado y la magnitud del temblor fue de 3,4”, indicó su responsable Dwikorita Karnawati, en una conferencia de prensa.
El Anak Krakatoa, que significa en indonesio el “hijo del Krakatoa”, tiene unos 300 metros de altitud, un cráter lateral y se asienta sobre una isla cónica. Indonesia forma parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, la zona que concentra más del 75% de los volcanes del mundo y a la que corresponde el 80% de los terremotos más importantes.
El País