Vivir con un perro en la infancia reduce el riesgo de enfermedad de Crohn
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Los amantes de los perros conocen bien los múltiples beneficios que proporciona tener un compañero canino, aunque probablemente no hayan pensado que uno de ellos sea disfrutar de una mejor salud intestinal. Sin embargo, una nueva investigación de Sinai Health y la Universidad de Toronto sugiere que el contacto con perros durante la infancia está relacionado con cambios beneficiosos en las bacterias intestinales, la permeabilidad intestinal y ciertos biomarcadores en la sangre.
El estudio se ha publicado en Clinical Gastroenterology and Hepatology y revela que convivir con un perro entre los 5 y los 15 años está asociado con un microbioma intestinal más saludable y un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Crohn. El equipo de investigadores examinó cómo una variedad de factores ambientales influyen en el riesgo de desarrollar Crohn, una afección inflamatoria intestinal, con el objetivo de poder predecir quiénes están en riesgo y guiar futuras estrategias de prevención.
“La idea de predecir el riesgo de enfermedad de alguien es que eso te permite identificar a aquellos a los que podrías ayudar para intentar prevenir la enfermedad”, explicó Kenneth Croitoru, profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Toronto y científico clínico en el Instituto de Investigación Lunenfeld-Tanenbaum de Sinai Health, que ha liderado el estudio junto a Williams Turpin del Centro para Enfermedades Inflamatorias Intestinales del Hospital Mount Sinai.
Factores ambientales implicados en la salud intestinal
Aunque el estudio no aclara por qué convivir con un perro disminuye la probabilidad de desarrollar Crohn, Croitoru señala que se han identificado asociaciones entre ciertos factores ambientales y la enfermedad. Ahora se trata de entender cómo estos factores influyen en su aparición, añade el especialista. La investigación también encontró que crecer en una familia numerosa durante el primer año de vida reduce el riesgo de desarrollar Crohn. Curiosamente, aquellos que convivían con un pájaro en el momento del estudio tenían más probabilidades de desarrollar la enfermedad.
La enfermedad de Crohn se caracteriza por la inflamación del tracto gastrointestinal y tiene consecuencias significativas para la salud general y el bienestar. Aunque los factores genéticos influyen significativamente en el riesgo de desarrollar Crohn, el entorno también desempeña un importante papel, menciona Croitoru. Aunque no podemos modificar nuestra genética, sí podemos ajustar nuestro entorno y nuestra alimentación para reducir la probabilidad de que la enfermedad aparezca.
Estos descubrimientos forman parte del Proyecto GEM (Genética, Ambiental y Microbial), el estudio más grande de su tipo, que busca identificar posibles desencadenantes de la enfermedad de Crohn. Desde 2008, el proyecto ha recopilado datos médicos y de estilo de vida de más de 5.000 familiares cercanos de personas con Crohn en diferentes partes del mundo, como Canadá, Israel, Reino Unido y Estados Unidos.
El proyecto cuenta con el apoyo de Crohn’s and Colitis Canada, los Institutos Canadienses de Investigación en Salud y la Fundación Caritativa Helmsley y en los 15 años que lleva en marcha el estudio, más de 120 personas han desarrollado la enfermedad. «Al comprender qué diferencia a quienes desarrollan la enfermedad, deberíamos ser capaces de predecir quiénes están en riesgo», comenta Croitoru.
Con informacion de WebConsultas
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