«Viva el lechón libre», el grito de la ceremonia del perdón porcino en Miami
EFE
Con el grito «!Viva el lechón libre!» aún resonando en el aire, el alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, perdonó este lunes la vida a dos lechonas que, de no ser por sus salvadores, hubieran terminado asadas y servidas en Nochebuena en cualquier hogar o restaurante latino del sur de Florida.
Como bien dijo Giménez cuando se comparó con el presidente de Estados Unidos, que cada año por Acción de Gracias perdona a dos pavos, en Miami «tenemos otro (animal) favorito para las fiestas».
Esta es la segunda vez que se celebra esta ceremonia de perdón porcino en Miami y seguramente no será la última, pues Giménez ya la calificó como una «tradición».
«Este año Peppa y Petra no van a acabar en una caja china», dijo Giménez en un acto celebrado a las puertas de un restaurante cubano de Miami con las dos lechonas protagonistas encerradas en un corralito bajo un árbol de la calle y constantemente fotografiadas.
La caja china es un método usado en Cuba para asar lechones que consiste en un arcón de madera, con su interior forrado de hojas de aluminio y una bandeja superior donde se colocan carbones encendidos para que el cerdito o cerdita se ase lentamente en su propio jugo.
Un placer gastronómico exportado a Miami que nunca experimentará Daney Cabrera, la mujer que cambió hoy el clásico grito «!Viva Cuba libre!» de toda reunión de cubanos en Miami por «!Viva el lechón libre!».
Cabrera es de origen cubano, vegana y propietaria de «Aguacate Sanctuary of Love», un centro de yoga, jugos y comida natural situado en Kendall, una de las ciudades del condado Miami-Dade.
Este Santuario de Amor es a la vez un refugio para animales y el verdadero salvador de Peppa y Petra, las cuales después del «show» mediático van a vivir allí junto a otros seis puercos, un macho y cinco hembras, y otros animales, según contó Cabrera a Efe.
La idea del perdón porcino se les ocurrió a los propietarios de Latin Café, una cadena de restaurantes cubanos capitaneados por Katherine y Eric Castellanos, presentes en la ceremonia de hoy.
Cabrera fue contactada por ellos el año pasado para que «rescatará» de un matadero local a las primeras lechonas que se beneficiaron del perdón de Giménez, llamadas Luna y Leila.
Al parecer Peppa y Petra tienen más carne que sus antecesoras, según resaltó con buen ojo el alcalde antes de mostrar los documentos enmarcados que las libra de acabar asadas.
Con el perdón nadie les puede echar la mano encima, señaló Giménez, quien acarició y dio de comer a las lechonas antes de seguir con su apretada agenda de hoy.
Según la invitación, este año los asistentes a la ceremonia de perdón porcino fueron agasajados con croquetas de espinaca, mucho más acordes con el espíritu de la ocasión que los bocadillos de lechón del año pasado.
Cabrera invitó a los presentes a un evento que tendrá lugar el próximo sábado en Aguacate Sanctuary of Love con el nombre de «!Viva el lechón libre!» en el que se enseñará al público alternativas veganas para el clásico menú navideño de los latinos de Miami.
En lugar de puerco en diversas formas, proponen preparaciones similares con jaca o «jackfruit», una fruta tropical de la que se dice que tiene «siete sabores» y grandes beneficios para la salud.
La carne de cerdo es mucho más apreciada que la del pavo por estas tierras del sur de Florida donde hay una importante comunidad cubana, además de colombianos, venezolanos, centroamericanos y mexicanos, todos ellos con cultura gastronómica porcina.
De hecho, los primeros cerdos que pisaron lo que hoy es Estados Unidos lo hicieron en Florida.
El conquistador español Hernando de Soto, que desembarcó en Tampa (costa oeste de Florida) en 1539 para una expedición por la península que duró hasta 1543, llevaba trece cerdos para alimentar a los expedicionarios, según quedó registrado en las crónicas de la época.
A la vez de ser un símbolo cultural diferenciador entre el norte cristiano y el sur musulmán, donde comer su carne estaba prohibido, el cerdo desempeñaba en la alimentación de la España del siglo XV un importante papel y cumplió la misma función en América, adónde entró por las Antillas con Cristóbal Colón en su segundo viaje, iniciado en 1493.