VISITA AL PERÚ| Papa Francisco pide evitar la esclavitud y el abuso sexual - 800Noticias
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Agencias

El primer encuentro del Papa con la población de Perú no ha tenido lugar en Lima sino en Puerto Maldonado, corazón de la selva amazónica, donde se ha reunido el viernes con cuatro mil indígenas para denunciar juntos el saqueo y la destrucción de la Amazonia a manos de la minería legal e ilegal. A ellos, los más olvidados del país les ha dicho: «¡Quise empezar por aquí la visita a Perú!».

En un coliseo deportivo lleno de colores vivos, los indígenas recibieron a Francisco con hermosas danzas y canciones tradicionales, pero también con tres discursos a cargo de Héctor, Yésica y María Luzmila que no dejaban lugar a dudas sobre el saqueo, pues «los foráneos» en busca de «agua negra», oro o maderas, destruyen sus ríos y arrasan sus selvas. El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, escuchaba atentamente desde le primera fila.

Bajo un gran crucifijo que presidia todo el espacio, el Papa ha agradecido su claridad y ha saludado por sus nombres a los principales «pueblos originarios de la Amazonia: Harakbut, Esse-ejas, Matsiguenkas, Yines, Shipibos, Asháninkas, Yaneshas, Kakintes, Nahuas, Yaminahuas, Juni Kuin, Madijá, Manchineris, Kukamas, Kandozi, Quichuas, Huitotos, Shawis, Achuar, Boras, Awajún, Wampís, entre otros».

Leer despacio esa larga lista era una manifestación de respeto a la diversidad, seguida de otra a su dignidad reconociendo que «quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir el tesoro que encierra esta región, y se hacen eco las palabras del Señor a Moisés: ‘Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa’». La reacción de los indígenas fue un aplauso emocionante, el primero de una larga serie.

El Papa ha denunciado enseguida la agresión principal: «el neo-extractivismo y la fuerte presión de grandes intereses económicos que dirigen su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro, monocultivos agroindustriales».

Además del daño directo, Francisco ha señalado que «paralelamente, existe otra devastación de la vida acarreada con esta contaminación ambiental propiciada por la minería ilegal.Me refiero a la trata de personas: la mano de obra esclava o el abuso sexual”.

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