¡Viral! | La historia de Morella, la mujer que estuvo 31 años raptada por un hombre
Reportaje de Crónica Uno
Por más de tres décadas la víctima de 49 años estuvo sometida y bajo amenaza de muerte por Mathías Enrique Salazar Moure, en un apartamento del Conjunto Residencial Los Mangos (Aragua). Luego de que ella escapara se conoció que tres mujeres más también estaban en cautiverio, entre ellas la esposa de Salazar, quien tenía 32 años desaparecida.
La vida de Morella se detuvo el 23 de diciembre 1988. Ese día su novio, Mathías Enrique Salazar Moure, de 23 años para entonces, la raptó. Le propuso huir de su familia bajo la excusa de que no lo aceptaban y una vez se encontraron en el terminal de Valencia (Carabobo) la amenazó.
Morella pasó 31 años encerrada en un apartamento del piso 4 de la torre C en el Conjunto Residencial Los Mangos, en la avenida Constitución de Maracay (Aragua). No podía ver la luz del día ni asomarse a la ventana. Estuvo más de tres décadas en la oscuridad, oyendo la radio y viendo canales regionales en la televisión.
El apartamento no tenía sócates, cuando se ocultaba el sol quedaba a oscuras. Las cortinas eran gruesas, no podía hacer ruido y las pocas veces que los vecinos escucharon algo Mathías respondió que era la señora de limpieza.
Su captor, conocido por los vecinos como “el gordo Mathías”, no vivía con ella. La visitaba para darle de comer un menú que en todo ese tiempo no varió: arroz, huevos o lentejas, para abusar sexualmente de ella, amenazarla o propinarle severas golpizas. Si no accedía a tener sexo con él, la privaba de agua o alimentos.
El 24 de enero de 2020 Morella, de 49 años, volvió a ver unas llaves en el apartamento mientras Mathías no estaba. Probó en la cerradura y, a diferencia de las oportunidades anteriores, estas sí abrieron. Escapó.
Caminó durante dos horas. Su ruta, aunque desconocida, era muy clara: el Instituto de La Mujer del estado Aragua. En una de las tantas veces que pasó el día escuchando radio prestó atención a un programa de violencia contra la mujer y grabó en su mente el nombre de esa institución.
Relató su vida de terror a Francys Toro, presidenta del instituto y a Aymara Aguilar, secretaria sectorial de Equidad e Igualdad de Género, pero no le creyeron. Sin embargo, Rosa Perdomo, coordinadora, la escuchó con atención y se dio cuenta de que no mentía. La ayudó, la llevó a su casa y remitió el caso al Ministerio Público.
Para leer historia completa: Crónica Uno