Violonchelista da conciertos de música clásica para vacas - 800Noticias
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Un violonchelista que vive en Dinamarca optó por desplegar su talento frente a un público fuera de lo común, las vacas, y le gustó tanto que continúa incluso ahora que las salas de conciertos han reabierto. Este curioso cambio se generó debido a que no podía presentarse ante personas cuando comenzó la pandemia.

“Tocar para las vacas es algo así como la continuación de lo que siempre he hecho en mi carrera como solista: me apasiona llevar la música clásica fuera de las salas de conciertos”, explica Jacob Shaw, el promotor del proyecto.

El músico británico, profesor de la Academia Marshall de Barcelona, creó una escuela de violonchelo en Stevns, una zona rural a una hora al sur de Copenhague, y actúa en toda la región.

En el otoño convenció a un granjero melómano para que expusiera sus animales, de raza bovina para carne, a la música clásica para mejorar su bienestar.

Primero familiarizaron a los animales con un repertorio clásico a través de altavoces en los establos durante el invierno. Las vacas fueron desarrollando el oído y poco a poco se convirtieron en un público interesante, aseguran ambos.

Una perspectiva diferente

Unas veces toca solo pero otras está acompañado por uno o más músicos que pasan unos días en su establecimiento, la Escuela Escandinava de Violonchelo, inaugurada en 2016.

Según Jacob, tocar al aire libre frente a esta audiencia menos exigente ayuda a los artistas visitantes a liberar el estrés. “Si tienen la oportunidad de tocar ante las vacas, creo que les permite relajarse y disfrutar más de lo que están haciendo”, afirmó.

Roberta Verna, una violinista de 22 años, vino a Stevns -dijo- para “tener una perspectiva diferente de las cosas, y le abrió la mente”.

Sosteniendo un Stradivarius, los dos artistas interpretaron temas de Reinhold Glière y Béla Bartok para los rumiantes, que parecían tan interesados por la belleza de la melodía como por la distribución de comida.

“Fue una situación diferente a la habitual, pero no peor. Fue realmente interesante porque escuchan de verdad. Y nos respetan”, explica la joven artista.

Al final del concierto de 15 minutos, el segundo del día para el ganado, los terneros pastaban tranquilamente a la espera del próximo recital, porque Jacob no piensa detenerse. “Creo que será muy interesante en los próximos años: sus hijos y los hijos de sus hijos crecerán con música clásica (…) lo normal para una vaca en este campo es escuchar música”, concluye.

Con información de Semana

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