+VIDEO | Más de 60 mil personas asisten a la misa con el Papa en Bangkok - 800Noticias
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EFE

¡Viva el papa!, ¡viva el papa!», corearon este jueves al unísono más de 60.000 personas, en su mayoría vestidas de blanco y amarillo, congregadas en el Estadio Nacional de Bangkok para asistir a una misa del papa Francisco.

Esas fueron las únicas pero fervientes palabras en español de un público con católicos tailandeses, pero también procedentes de Filipinas, Vietnam o China, exultantes ante la visita del pontífice a Tailandia, un país mayoritariamente budista, hasta el sábado.

Al menos 60.000 personas se encontraban dentro del Estadio Nacional, pero otras miles siguieron la misa desde pantallas en el exterior.

Francisco hizo una entrada triunfal en el estadio con el papamóvil, con el que circundó la pista, mientras los asistentes lo vitoreaban y agitaban banderas del Vaticano y con el rostro del pontífice argentino.

En la homilía, el papa denunció la explotación sexual de niños y mujeres y se refirió al 350 aniversario de la fundación de la primera misión apostólica dependiente del Vaticano en el reino de Siam (actual Tailandia) en 1669.

Francisco ensalzó asimismo la labor de los misioneros al estrechar lazos de sangre y cultura con culturas como la tailandesa y por sembrar la «esperanza que nace en el Evangelio».

En su opinión, «los discípulos misioneros no son mercenarios de la fe ni generadores de prosélitos sino mendicantes».

Se escucharon oraciones y cantos en latín, tailandés, inglés, vietnamita y español en medio de una noche fresca tras un día de calor tropical y entre el penetrante olor del incienso, de aroma diferente al usado en los templos budistas.

Los tailandeses, acostumbrados a los budas rutilantes y las solemnes ceremonias de la monarquía tailandesa, siguieron el boato de la misa en un altar dorado con un imagen de la Virgen y una cohorte de obispos y sacerdotes con sus túnicas.

«Me siento feliz y orgullosa de que el santo padre visite Tailandia. Es una alegría estar aquí», afirmó a Efe Pornphan Thamsuwan, una tailandesa de 35 años de la minoría católica, que cuenta con unos 388.000 fieles, menos del 1 por ciento de la población tailandesa.

«Él es el padre, ama a todo el mundo», añadió Pornphan, que recorrió junto con su familia cerca de mil kilómetros desde Hat Yai, en el sur del país para asistir al multitudinario servicio religioso en el Estadio Nacional.

La tailandesa, de ascendencia vietnamita-tailandesa, explicó que le gustó sobre todo el mensaje de amor y armonía del papa, que en su visita identificó estos valores con el budismo y el cristianismo, y por su defensa también de los inmigrantes y refugiados.

La misa en el Estadio Nacional fue el principal acto del jueves, día en el que también mantuvo audiencias con el patriarca del budismo tailandés, con el rey Vajiralongkorn de Tailandia y el primer ministro, Prayut Chan-ocha.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una parte de los presentes en el estadio eran fieles de Filipinas, el único país de mayoría católica en Asia junto con Timor Oriental.

La filipina Eucine Novio, una profesora y periodista filipina residente en Tailandia, explicó a Efe que en su país llaman cariñosamente al papa Francis Lolo Kiko (abuelo Francisco).

«El papa Kiko es especial porque trabaja para que haya más reformas en la Iglesia», dijo la filipina originaria de Mindoro, que se refirió por ejemplo a una mayor aceptación de la comunidad LGTB.

Robert Galindez, un profesor filipino de 59 años, aseguró que la visita del papa no es solo importante para Tailandia sino para toda Asia, al tiempo que destacó que sea el primer papa jesuíta y que haya elegido un nombre poco común en la Santa Sede.

«Su eslogan viniendo a Asia y Tailandia es amistad, diálogo con otras iglesias, con otras religiones, y creo que traerá muchas cosas buenas para la Iglesia y la gente», aseveró Galindez, procedente de la ciudad de Ilo Ilo.

A pesar de las buenas relaciones actuales, en los siglos XV y XVI los misioneros portugueses y españoles en la región formaban parte de la política expansionista de sus países con la intención de colonizar y explotar las riquezas de Oriente.

Los católicos también sufrieron episodios de persecución, el más reciente en 1940, cuando siete católicos tailandeses fueron asesinados en Tailandia en medio de un conflicto con Francia.

Las víctimas fueron beatificadas por el papa Juan Pablo II en 1989, cinco años después de su visita a Tailandia.

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