+VIDEO | Bruselas dedica una galería de arte a Tintín, su héroe del cómic
EFE
Los apasionados de las aventuras de Tintín tienen una nueva parada obligada en Bruselas, que ha decidido dedicar una galería al reportero más famoso del cómic, en la que se exponen piezas por primera vez al público y a coleccionistas de arte.
Un espacio ubicado en un barrio repleto de galerías de arte, el del Sablon, que busca ser la casa de Tintín en la capital, dado que el museo dedicado a su creador, Hergé, está alejado de las rutas más turísticas, situado en la pequeña población belga de Lovaina la Nueva (centro).
Aunque Bruselas dispone de muchos espacios dedicados a la historieta, ninguno está protagonizado en exclusiva por las aventuras del famoso reportero del flequillo de oro que, con su fiel amigo Milú, recorrió el mundo en los 24 libros que llegó a publicar Georges Rémi (el verdadero nombre de «Hergé», sus iniciales pronunciadas en francés al revés), uno de ellos inacabado.
Hergé no quiso que nadie siguiera dibujando las aventuras de su héroe, pero el mito fue creciendo y con él todo tipo de objetos que cabalgan entre el puro márketing y verdaderas obras de arte, que atraen incluso a más mitómanos que lectores a sus libros.
Prueba de ello es la colección de 20 dibujos en tinta china realizados por Hergé para una serie de tarjetas de felicitación navideña que saldrá a subasta en noviembre y se espera que supere los dos millones de euros (2,1 millones de dólares) en París.
«Tintin gusta incluso a quienes no han leído sus libros. Se venden más objetos que libros», admitió a Efe el responsable de la galería, Emmanuel Matthys.
Una escultura de bronce hecha por un orfebre francés de la que ya se han vendido sus únicas ocho unidades, a un coste de 9.500 euros (10.400 dólares), es la joya que reina en el fondo de este espacio, en el que también pueden comprarse litografías de algunas viñetas de Hergé, así como ediciones limitadas de 77 ejemplares, a precios de entre 500 y 1000 euros (de 549 a 1.098 dólares).
También hay otro tipo de objetos más asequibles, desde vajillas de porcelana o figurines, y se espera que «haya más en el futuro», ya que la galería busca ser «un espacio dinámico», explicó Matthys.
No están en venta, en cambio, una enorme escultura de Tintín y su perrito Milú en el famoso jarrón chino de «El Loto Azul», donde Hergé retrató al entrañable Tchang, inspirado en un personaje real, Tchang-Tchong-Yen, un estudiante chino que el autor conoció en Bruselas y a través del cual el dibujante se adentró en el país asiático.
Precisamente, la hija de este personaje que también aparece en «Tintín en el Tibet», Yi Fei Tchang, es quien gestiona la nueva galería y otra tienda dedicada a Tintín en la transitada Grand Place, dos espacios que buscan ser «complementarios» para atraer a más gente al Museo de Hergé.
Situado en Lovaina la Nueva, donde falleció el maestro de la línea clara, el espacio abrió en 2009 tras una larga polémica por los desencuentros entre la fundación del artista, gestionada por su mujer, Fanny Rodwell, e impulsora del proyecto, y la administración pública, que impidieron que el museo se abriera en la capital, la ciudad natal del autor.
El espacio recibe a cerca de 100.000 visitantes al año, mientras que el Museo del Cómic de Bruselas, por ejemplo, acoge a más de 200.000 anuales.
Esta galería es quizá un modo de reconciliar al artista con Bruselas y acercarlo aún más a los turistas, que incluso con la galería cerrada ya se acercan a disparar sus cámaras de fotos, atraídos por la inconfundible iconografía de Tintín y Milú, que reciben al visitante en su entrada acristalada.
Dentro no faltan el capitán Haddock, La Castafiore, el profesor Tornasol, ni objetos clave de sus aventuras, como la famosa nave de «Objetivo: La Luna», en una escultura también a la venta, o el misterioso barco de «El secreto del unicornio», una pieza única que no se comercializa.
La galería Tintin-Hergé también es una interacción entre el cómic y otras artes, como la pintura o la escultura, en un momento en el que el mundo de la historieta tiene más seguidores que nunca, considerado «el noveno arte» y mucho más apreciado que cuando Hergé dibujó sus viñetas, de las que se han vendido más de 250 millones de ejemplares en 110 lenguas.