Variantes genéticas pueden predecir un futuro cáncer de mama y su letalidad
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Un estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford (EE.UU.), en el que se han analizado miles de casos de cáncer de mama, desafía la creencia de que la mayoría de los cánceres se producen a consecuencia de mutaciones aleatorias que se acumulan a lo largo de nuestra vida y señala, en cambio, que las secuencias genéticas heredadas de nuestros padres –conocidas como el genoma de la línea germinal– pueden determinar si las células con posibles mutaciones cancerígenas son reconocidas y eliminadas por el sistema inmunológico o, por el contrario, pasan desapercibidas para convertirse en cánceres incipientes. Por tanto, estas variantes genéticas que heredamos al nacer son predictores significativos del tipo de cáncer de mama que podríamos desarrollar décadas después y de su letalidad.
“Aparte de unos pocos genes altamente penetrantes que confieren un riesgo significativo de cáncer, el papel de los factores hereditarios sigue siendo poco comprendido, y se asume que la mayoría de las malignidades se deben a errores aleatorios durante la división celular o la mala suerte”, explicó Christina Curtis, profesora de Medicina y Genética y de Ciencia de Datos Biomédicos en Stanford. “Esto implicaría que la iniciación del tumor es aleatoria, pero eso no es lo que observamos. En cambio, encontramos que el camino hacia el desarrollo del tumor está condicionado por factores hereditarios y la inmunidad. Este nuevo resultado descubre una nueva clase de biomarcadores para predecir la progresión del tumor y una forma completamente nueva de entender los orígenes del cáncer de mama”.
“En 2015, planteamos la hipótesis de que algunos tumores están ‘destinados a ser malignos’; es decir, que su potencial maligno e incluso metastásico se determina temprano en el curso de la enfermedad”, ha explicado Curtis, que es la autora principal del estudio. “Desde entonces, hemos corroborado este hallazgo en múltiples tumores, pero estos resultados arrojan una nueva luz sobre cuán temprano ocurre esto”.
Los resultados de esta investigación se han publicado en Science y ofrecen una comprensión matizada y poderosa de la interacción entre las células cancerosas recién aparecidas y el sistema inmunológico, lo que probablemente ayudará a investigadores y médicos a predecir y combatir mejor los tumores de mama.
“La hipótesis que han demostrado rompe un paradigma: que en los cánceres no hereditarios que aparecen esporádicamente (no relacionados con la herencia de una mutación patológica en células germinales), la aparición de mutaciones somáticas esporádicas y su posterior contribución a la creación de un cáncer era totalmente independiente de las variantes genéticas funcionales no patológicas heredadas. Los autores han destrozado este principio”, ha declarado a Science Media Centre España Ramón Salazar, jefe de Oncología Médica y director general del Instituto Catalán de Oncología (ICO), que no ha participado en el estudio.
“Por primera vez se ha descubierto que la dotación genética heredada tiene influencia sobre la inmunovigilancia y sobre los tipos de mutaciones somáticas o esporádicas (no heredadas) que pueden contribuir a la aparición de un cáncer”. “De momento solo lo han validado para cáncer de mama y con un tipo de mutaciones basados en aumentar el número de copias de algunos oncogenes, como HER2 o MYC, asociando los cambios a los distintos subtipos moleculares de cáncer de mama, pero están intentado reproducirlo en otros tumores y con otras mutaciones”, añade este experto.
Nuevo enfoque que destroza el paradigma sobre el origen del cáncer
Actualmente, solo unas pocas mutaciones asociadas al cáncer de alto perfil en genes se usan regularmente para predecir cánceres, pero estas representan una pequeña minoría de casos. Entre ellas se incluyen BRCA1 y BRCA2, que aparecen en aproximadamente una de cada 500 mujeres y confieren un mayor riesgo de cáncer de mama o de ovario, y mutaciones más raras en un gen llamado TP53 que causan una enfermedad llamada síndrome de Li Fraumeni, que predispone a tumores en la infancia y la adultez.
Los hallazgos sugieren que hay decenas o cientos de variantes genéticas adicionales –identificables en personas sanas– que, a través de interacciones con el sistema inmunitario, determinan por qué algunas personas permanecen libres de cáncer a lo largo de sus vidas. “Nuestros hallazgos no solo explican qué subtipo de cáncer de mama es probable que desarrolle una persona”, dijo Kathleen Houlahan, otra de las autoras principales, “sino que también sugieren lo agresivo y propenso a metastatizar que será ese subtipo. Además, especulamos que estas variantes hereditarias pueden influir en el riesgo de una persona de desarrollar cáncer de mama. Sin embargo, se necesitarán estudios futuros para examinar esto”.
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