Vargas Llosa regresa a Guatemala para reivindicar al «democrático» Árbenz
EFE
El premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa regresó este martes a Guatemala con la misión de reivindicar en «un acto de justicia» al expresidente «democrático» Jacobo Árbenz Guzmán, quien fue depuesto en un golpe de estado en 1954 apoyado por la CIA.
Casi tres meses después de haber presentado mundialmente Tiempos Recios, su novela sobre el golpe de estado a Árbenz y el asesinato a su sucesor, Carlos Castillo Armas, con la implicación del «generalísimo» dominicano Rafael Trujillo, Vargas Llosa aseguró sentirse «muy identificado con este bellísimo y trágico país», de donde surge la historia que le ha dado la vuelta al mundo, 65 años después.
Aseguró que «en pocos países latinoamericanos se ha vivido la violencia que ha padecido el pueblo guatemalteco», en gran medida debido a «la intervención de Estados Unidos» en Guatemala que «jamás ha vuelto a ser como la de entonces».
Si algo puede aportar su novela, mencionó, «me gustaría que sirva para que algunos guatemaltecos consideren respetar a Árbenz», quien fue «un magnífico presidente que intentó reformas profundas en un ambiente de libertad» para «sacar al país del subdesarrollo».
Durante la conferencia de prensa por la mañana, invitó a «los demócratas y los liberales» a ser los responsables de «reivindicar la figura» de Árbenz, quien fue acusado «falsamente» de ser comunista por intentar llevar a cabo «un programa (la reforma agraria) que presentó en su campaña electoral».
Si Tiempos Recios «tiene la capacidad de convencer a un puñadito de guatemaltecos, me sentiré muy contento y feliz de haber trabajado estos dos años en esta novela».
Si bien la CIA frustró los planes de Árbenz «en nombre del anticomunismo», lo cual «es el disparate mayor», dijo Vargas Llosa, hoy «en Guatemala y Latinoamérica estamos mucho mejor», pues «mueren muchos menos guatemaltecos que los que morían en esa época terrible que fue cuando asumió Carlos Castillo Armas».
Esa «ficción y fake news» que «tiene muchísimo éxito» creó una especie de «paranoia en el país con las persecuciones» en contra de los seguidores de Árbenz, a quienes consideraron comunistas, y fortaleció incluso a la revolución cubana, la única que ha «tenido éxito», indicó.
Además, lamentó que «la extrema izquierda» sea quien haya «defendido a Árbenz», algo que «solo ha servido para mancharlo», pues «no hay documento alguno que justifique semejante calumnia».
Vargas Llosa también dijo que sin esa intervención en Guatemala, la guerra no habría dejado los muertos «que dejaron las guerrillas», durante el conflicto armado guatemalteco que dejó más de 200.000 muertos y 45.000 muertos, aunque según un informe de Naciones Unidas de 1996, el 93 por ciento de los casos fueron atribuidos al Estado.
El Nobel peruano enfatizó que la reforma democrática que quería Árbenz quizás «habría frenado a Cuba y no los hubiera llevado a las posiciones extremistas», ya que Ernesto Guevara «el Che» se encontraba en Guatemala «vendiendo enciclopedias» y vivió «la contrarrevolución de Castillo Armas y la intervención de la CIA».
Una intervención que «jamás ha sido como la de entonces», de 1954, pues ahora «hay un gran desinterés de EE.UU. en Latinoamérica», pues ya «no hay grandes inversiones estadounidenses en el continente y el país que más invierte aquí es China».
Hoy en Latinoamérica ya no hay tiempos recios, subrayó, pues «en este tiempo sería imposible que ocurriera algo similar en América Latina», como la intervención directa de la CIA en un golpe de estado.
Sostuvo que en el continente hay «muchas democracias corruptas que están lastradas por la corrupción, por una demagogia barata como es el populismo» y que lo más importante «es que el mito del paraíso comunista ya no existe».
Si a caso hay dos casos «como Venezuela y Corea del Norte», estos son «absolutamente patéticos», donde «se demuestra que este sistema (comunista) mata enteramente la libertad».
Vargas Llosa, que a las 19.00 hora local (23.00 GMT) presenta públicamente en Guatemala su novela en el Teatro Nacional, aseguró que de tener en frente a Árbenz le preguntaría: «¿Cómo se sintió usted una vez que salió al exilio de su país y por las razones que no correspondían a la realidad que intentó crear».