Valls declara su candidatura a presidir Francia y anuncia su dimisión como ministro
EFE
El primer ministro francés, el socialista Manuel Valls, dijo este lunes que aspirará a la Presidencia de Francia en las elecciones que se celebrarán en 2017 y anunció que el martes dimitirá de su cargo al frente del Gobierno.
“Sí, soy candidato a la Presidencia de la República”, dijo nada más comenzar un discurso desde el ayuntamiento de la ciudad de Evry, de la que fue alcalde durante once años (2001-2012), antes de añadir que dejará el puesto de primer ministro para lanzar sus propuestas a los franceses “en toda libertad”.
Frente al derrotismo imperante en la izquierda por las escasas opciones que dan las encuestas a cualquier candidato, Valls se mostró combativo y recordó que “nada está escrito”, por lo que llamó a todo el mundo a “movilizarse en masa en enero”, cuando los socialistas celebran sus primarias.
El jefe del Gobierno exhibió su experiencia como primer ministro y como titular del Interior para garantizar una Francia independiente frente a los presidentes de China, Estados Unidos, Rusia o Turquía.
Y al mismo tiempo lanzó su primer llamamiento a la unidad de la izquierda, que presentará a varios candidatos en las presidenciales: “Hoy tengo una responsabilidad, unir. Mi candidatura es la de la reconciliación”.
“Quiero dar todo a Francia, que tanto me ha dado”, señaló Valls, de origen español y que no obtuvo la nacionalidad francesa hasta los 20 años.
Valls compareció rodeado por una representación multiétnica de sus vecinos de Evry, y tras un atril en el que se podía leer el eslogan: “Hacer ganar todo lo que nos une”.
Tras alertar a los franceses contra el riesgo de que la ultraderecha alcance la segunda vuelta en las elecciones, dijo que no quiere que Francia “reviva el trauma de 2002” (cuando Jean-Marie Le Pen alcanzó esa ronda), porque el programa del Frente Nacional “arruinará a los trabajadores y nos hará salir de Europa y de la historia”.
Al mismo tiempo criticó al candidato de la derecha, François Fillon, por sus “viejas recetas de los años ochenta, que nos presenta como un avance cuando son un retroceso social”.