Urge cambiar la forma de ver y tratar a los ancianos - 800Noticias
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EFE

Unos mayores, de más de 60 años, que en  10 años supondrán el 34 % de la población; es decir, de 1.000 millones en 2019 se habrá pasado a 1.400 millones.

Y en 2050, la población mundial de personas mayores se duplicará y alcanzará los 2.100 millones.

Para la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), el  envejecimiento de la población provocará una transformación social sin precedentes:

“El envejecimiento de la población  será el principal motor de cambio de nuestra sociedad, no será la tecnología, el cambio climático ni la globalización”.

Así lo ha defendido su presidente, José Augusto García Navarro,  durante su comparecencia, el pasado mes de febrero, en la Comisión de Derechos Sociales del Senado y la Ponencia sobre el estudio del Envejecimiento en España que esta institución ha puesto en marcha.

Esto llevará a afrontar algunos retos como pagar las pensiones y afrontar el gasto sociosanitario, entre otros.

Pero el envejecimiento se puede considerar también una oportunidad, por ejemplo para incrementar la productividad, intercambiar con las generaciones más jóvenes bienes materiales y no materiales (como educación, valores o experiencia) y establecer puentes entre jóvenes y mayores.

Otra interesante oportunidad, a juicio de esta sociedad científica, será, previsiblemente, “el nacimiento de leyes antidiscriminación por edad, igual que las de igualdad de género”.

En ese futuro, también hay que fomentar un nuevo modelo de cuidados de larga duración y prestar especial atención a los servicios domiciliarios.

La transformación social que va a provocar el envejecimiento tendrá repercusión, lógicamente, en la profesión médica.

Hay que tener en cuenta, apunta la SEGG, que en los 51 países de Europa, falta más de 1 millón de profesionales para cuidar a personas mayores y un tercio de los médicos se jubila en los próximos diez años.

Década del Envejecimiento

La Década del Envejecimiento saludable, declarada por Naciones Unidas para el decenio 2021-2030, tendrá un desarrollo que se concreta en un plan de acción que define una serie de prioridades.

Para conseguirlas se anima a toda la sociedad, gobiernos, instituciones públicas y privadas, medios de comunicación… que apoyen activamente los objetivos del Decenio.

Entre estas prioridades, recuerda la SEGG, se encuentran:

  • El establecimiento de una plataforma para la innovación y el cambio, conectando personas e ideas de todo el mundo.
  • Apoyar la planificación y acción del país, los países obtienen las herramientas necesarias para crear políticas que permitan a las personas vivir vidas largas y saludables.
  • Promover investigaciones que aborden las necesidades actuales y del futuro de las personas mayores.
  • Alinear los sistemas de salud con las necesidades de los mayores.
  • Sentar las bases para un sistema de atención a largo plazo en todos los países.
  • Asegurar los recursos humanos necesarios para la atención integral.
  • Emprender una campaña mundial para combatir la discriminación por edad.
  • Definir el contexto económico para invertir, comprender mejor los costes y las oportunidades del envejecimiento saludable es el punto de partida para diseñar soluciones sostenibles, equitativas y eficaces.
  • Mejorar la red mundial de ciudades y comunidades adaptadas a las personas mayores.

Mayores: cambiar la forma de pensar

  • Las iniciativas emprendidas como parte del Decenio buscarán:
  • Cambiar la forma en que pensamos, sentimos y actuamos con respecto a la edad y el envejecimiento.
  • Facilitar la capacidad de las personas mayores para participar y contribuir a sus comunidades y la sociedad.
  • Prestar atención integral y servicios de salud primaria que respondan a las necesidades del individuo y proporcionar acceso a cuidados a largo plazo para las personas mayores que los necesiten.

En Europa, se prevé que, en el año 2050, el porcentaje de población mayor de 65 años oscile entre el 23 y 36 % de la población total, lo que implicará enormes consecuencias sociales y económicas.

Naciones Unidas ha mostrado su preocupación por el hecho de que, a pesar de la previsibilidad de envejecimiento de la población y el ritmo acelerado que muestra, el mundo no parece estar preparado para responder a los derechos y necesidades de las personas mayores.

Mayores: Impacto económico

La citada marginación, según un informe de la organización internacional,  tiene además un fuerte impacto económico y causa pérdidas de miles de millones de dólares cada año a las economías de los países.

El texto cita un estudio de 2020 en Estados Unidos que mostró que los estereotipos de edad al igual que las autopercepciones negativas se traduce en 63.000 millones de dólares anuales en costos por las ocho condiciones de salud más caras en las personas mayores de 60 años.

En Australia, los cálculos indican que si un 5 % más de las personas de 55 años en adelante estuvieran empleadas, habría un impacto positivo anual de unos 37.000 millones de dólares en la economía nacional.

El informe también aclara que los datos sobre los costos económicos de la discriminación por edad son limitados y subraya la necesidad de investigar más para comprender mejor su impacto económico, particularmente en los países de ingresos bajos y medianos.

El combate de la discriminación por edad, añaden, requiere políticas y leyes que la aborden, pero también precisa del diseño de estrategias educativas que mejoren la empatía y disipen los conceptos erróneos, así como de actividades intergeneracionales que reduzcan los prejuicios y ayuden a disminuir la discriminación por edad.

El espejo de la COVID

Señala además la organización internacional que la pandemia ha puesto de relieve en particular la importancia de incorporar el envejecimiento en las políticas públicas.

Las primeras investigaciones sobre el impacto de la pandemia revelaron un riesgo desproporcionado de enfermedad grave y muerte para los mayores.

Sin embargo, y según Naciones Unidas,  las instituciones en las que se concentran los más vulnerables, los hogares y residencias de ancianos, pasaron por alto en gran medida una respuesta de emergencia temprana.

En muchos países, el sector de la atención a largo plazo se quedó sin orientación coordinada y sin acceso a la información necesaria, así como sin las medidas de control de infecciones ni el equipo de protección, lo que resultó en muchas muertes evitables.

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