Una siesta entre clase y clase, última novedad en la Universidad Católica de Chile
El País
Aromas relajantes, luz tenue y cálida, una manta y almohada, la temperatura a 22 grados, un antifaz perfumado, música tranquila y un sillón especialmente diseñado para descansos cortos, de media hora.
Inspirada en experiencias de universidades estadounidenses, la Pontificia Universidad Católica de Chile, una de las casas de estudios de mayor excelencia y tradición del país sudamericano, lanzó un proyecto pionero en Latinoamérica: la instalación de camas acondicionadas para que sus cerca de 27.000 estudiantes tengan la posibilidad de descansar y –en los llamados siestarios– puedan dormir 30 minutos para reponer fuerzas y estudiar en mejores condiciones.
“Los alumnos habían solicitado tener espacios donde poder dormir adecuadamente entre clase y clase. Dormir media hora ayuda a combatir el cansancio, la fatiga y a revitalizar las funciones cognitivas, la atención, la memoria, la concentración”, explica la psicóloga María Paz Jana, coordinadora del Programa para el Manejo de la Ansiedad y Buen Dormir, dependiente de la División de Salud Estudiantil.
“En ocasiones los alumnos tienen un mal hábito del sueño, sobre todo por su etapa que viven, la adultez emergente. Salen mucho, viajan los fines de semana, deben estudiar bastantes horas, tienen una intensa vida social y, por lo tanto, se desordenan sus tiempos. Muchas veces lo primero que se resiente es la calidad del sueño”, agrega la psicóloga.
En principio se trata de una intervención de tres semanas con el objetivo de sensibilizar y poder informar a los estudiantes respecto del sueño, señala Jana, para luego evaluar los resultados y la acogida. Dependiendo de los análisis, los siestarios permanentes de la Pontificia Universidad Católica podrían debutar en marzo de 2019, cuando se inicie el próximo año académico.
La prueba se realiza durante tres semanas en tres de las cinco sedes que tiene la Universidad Católica en el país: San Joaquín, Lo Contador y Casa Central, todas en Santiago de Chile. Los estudiantes interesados deben inscribirse en una web, entrar con una clave y responder varias preguntas respecto de la calidad de su sueño.
Posteriormente se les asigna su turno –entre las diez de la mañana y las cinco de la tarde– y pueden ocupar alguna de las tres camas en salones separados que se instalaron en unas especies de casas rodantes. Diseñadas especialmente por la empresa Selfishness, que debutó en Argentina y ahora se instala en Chile, la firma ofrece a diversas instituciones o empresas la infraestructura necesaria para las pausas de reactivación.
“Usamos un software que mide la calidad del sueño, somnolencia, apnea y un test de reacción, que se utiliza por ejemplo en el caso de los automovilistas”, indica Antonio Laso, ingeniero de prevención de riesgos y dueño de la empresa. Por lo tanto, explica, la siesta es la solución a un problema que se estudia previamente.
“No se trata solo de poner una cama a disposición de la gente, sino que enseñar cómo ocupar esos 30 minutos de la mejor manera para que se puedan reactivar”. Las camas no son comunes y corrientes: “Son sillones de gravedad cero que ayudan a que el descanso de media hora sea constructivo y que las personas no pasen a las otras etapas del sueño”.
No es la única iniciativa novedosa de la Pontificia Universidad Católica. Una de las próximas intervenciones que prepara la División de Salud Estudiantil –también pionera en Latinoamérica– es el proyecto Bienestar con huellas: perros que ayudan a combatir el estrés y la ansiedad en períodos de evaluaciones y exámenes.