Una negociación atropellada y otros motivos del fracaso de Sánchez
EFE
El líder socialista español, Pedro Sánchez, fracasó hoy en el intento de que el Congreso lo eligiera presidente del Gobierno, al malograrse el apoyo de Unidas Podemos (UP, izquierda) tras dos días de negociaciones contra reloj, tensas, atropelladas y repletas de desconfianza y reproches mutuos entre ambas fuerzas.
El Partido Socialista (PSOE) ganó las elecciones parlamentarias del 28 de abril con mayoría insuficiente: 123 de los 350 diputados de la cámara, de manera que Sánchez necesitaba el apoyo de otros grupos políticos para repetir como jefe del Ejecutivo, cargo que ahora desempeña en funciones.
GOBIERNO EN SOLITARIO O GOBIERNO DE COALICIÓN
Sánchez planteó pronto un acercamiento a Unidas Podemos como «socio preferente» para acordar un programa de gobierno, pero el camino no fue nada fácil.
La formación izquierdista dejó claro desde el primer momento que solo aceptaría un Ejecutivo de coalición, dirigido por el líder socialista, pero con miembros de Podemos dentro del Ejecutivo.
En un tira y afloja de más de dos meses, los socialistas insistían en un gobierno de «cooperación» en solitario con apoyos parlamentarios de otros partidos, y que podría incluir algunos ministros independientes que fueran afines ideológicamente a UP.
VETOS PERSONALES
Sánchez no aceptaba que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, entrase en el gobierno debido a las fuertes discrepancias políticas entre ambos líderes sobre cuestiones fundamentales, por ejemplo las tensiones independentistas en la región de Cataluña.
Iglesias renunció el 19 de julio a formar parte del Gobierno, si ese era el obstáculo para un acuerdo con los socialistas, pero siempre que UP pudiera elegir de entre sus miembros a los futuros ministros, pero esto tampoco desbloqueó la negociación.
NEGOCIACIÓN EXPRÉS
En estas circunstancias, Sánchez se presentó el lunes pasado al debate de investidura sin ningún acuerdo con otra fuerza política que le asegurase o, al menos, lo aproximase, a ser elegido jefe del Ejecutivo.
En la votación del martes Sánchez necesitaba la mayoría absoluta, y aunque no la obtuvo, las 52 abstenciones de grupos minoritarios mostraban la posibilidad de lograr los apoyos suficientes si se alcanzaba un acuerdo exprés entre socialistas y Unidas Podemos.
En el debate, Iglesias había advertido de que los votos de UP eran imprescindibles para que Sánchez fuese presidente del Gobierno.
Entonces, el líder socialista aceptó negociar un gobierno de coalición en 48 horas para asegurarse los 42 votos de UP en la segunda votación de hoy, en la que solo eran necesarios más votos a favor del candidato que en contra. Esos votos eran necesarios porque la oposición conservadora y liberal no se abstendría.
DISCREPANCIAS CONSTANTES, DESCONFIANZA MUTUA
El martes por la tarde comenzó una carrera estresante de reuniones entre socialistas y responsables de UP, llamadas y mensajes telefónicos -Sánchez e Iglesias hablaron entre ellos-, ofertas y contraofertas, y también una guerra de nervios y de filtraciones interesadas a la prensa sobre la marcha de las negociaciones.
El núcleo de las divergencias giró en torno a qué ministerios ocuparía cada partido.
El miércoles por la noche, el PSOE hizo su última oferta: una vicepresidencia de Asuntos Sociales para Irene Montero (número dos de UP) y los ministerios de Vivienda y Economía Social; Sanidad, Asuntos Sociales y Consumo, así como el de Igualdad.
Pero Unidas Podemos lo rechazó porque consideraba que no podía desarrollar sus políticas sociales, con la advertencia de que no estaría en el gobierno de España «a cualquier precio».
En un intento «in extremis», Iglesias ofreció a Sánchez en el Congreso, justo antes de la votación de hoy, renunciar a Trabajo a cambio de las competencias de políticas activas de empleo, una propuesta de última hora que los socialistas recibieron con reproches.
Sánchez advirtió a Iglesias que no está dispuesto a formar gobierno «a cualquier precio» ni tampoco «cualquier gobierno».