Bienal dedicada a la empatía invita literalmente a calzar «zapatos ajenos»
EFE
Una exhibición interactiva instalada hoy en una calle de Denver como parte de una bienal dedicada a la empatía combina arte, historias y humanismo para que los participantes puedan literalmente caminar en los zapatos de otras personas.
El proyecto «Una milla en mis zapatos» forma parte de la Bienal de las Américas, que se celebra ahora en Denver y es el resultado de la colaboración entre la artista inglesa Clare Patey y el filósofo Roman Krznaric, nacido en Australia y educado en Inglaterra.
«Cuando pensamos en cuál era la mejor forma de conectar a las Américas pensamos en la empatía, porque ese es el elemento faltante en nuestras relaciones», dijo a Efe Erin Trapp, socióloga y directora ejecutiva de la Bienal de las Américas en Denver.
«La empatía es como un músculo: puede ejercitarse y fortalecerse. Y cuando lo hacemos, dejamos de enfocarnos en las divisiones», agregó.
La propuesta en sí es sencilla y engañosamente simple: los participantes se ponen el calzado real que alguien más usó y luego caminan por las calles de Denver a la vez que escuchan en primera persona una grabación de la historia del dueño o la dueña de esos zapatos.
Personal y voluntarios de la Bienal acompañan a los participantes.
La exhibición en Denver incluye unas 30 historias, desde la de una atleta con una sola pierna que compitió con éxito en exigentes desafíos hasta la de una mujer que se enteró cuando falleció su perro que las leyes vigentes le impedían enterrarlo sin primero completar innumerables trámites burocráticos.
Otras historias son contadas por indígenas, mujeres de color, personas transgénero, refugiados e inmigrantes. También, demócratas y republicanos.
No todas las historias resultan aptas para todos los públicos, por eso, el personal de la Bienal mantiene breves conversaciones con los interesados para determinar qué tipo de historias prefieren, si inspiracionales o emocionales, o historias de superación pero con detalles gráficos que algunos encontrarán desagradables.
La exhibición, creada hace cuatro años, ya se había presentado antes en Europa, Rusia, Australia y Brasil. Y el año pasado llegó a Nueva York, por lo que su presencia en Denver marca la llegada de «Una milla en mis zapatos» al oeste del país.
Cada lugar aporta sus propios zapatos e historias que luego se van sumando al llamado Museo de la Empatía, a cargo de ArtsAdmin, una organización de artistas con sede en Londres.
El museo ya cuenta con 300 zapatos e historias de todo el mundo.
«Cuando uno se pone en los zapatos de la otra persona, uno se siente distinto. Eso los participantes lo esperan. Pero lo que no esperan es que se sienten distintos porque ahora tienen una nueva identidad que pueden explorar durante algunos minutos en un lugar seguro y que los lleva a expandir su empatía y comprensión», comentó Trapp.
De hecho, dijo, precisamente porque la empatía parece irrelevante en el contexto actual es necesario ofrecerle al público experiencias de «compasión y entendimiento».
Una de las participantes, que usó solamente el nombre «América», afirmó que su intención era colocarse los zapatos de la otra persona y luego tomar fotografías con su teléfono para compartir las imágenes en las redes sociales.
Pero al comenzar a escuchar la historia (no reveló cuál), guardó el teléfono y se concentró en lo que escuchaba.
Y luego de la experiencia, al contrario de lo que había anticipado, no quería quitarse los zapatos ajenos y no pudo contener el llanto.
Ya con su propio calzado, América pasó largos minutos en silencio.
«Dejemos de burlarnos del dolor de otro. Fuera el racismo y el odio de este hermoso país», dijo América, haciendo referencia a la afirmación que la congresista demócrata por Texas Verónica Escobar repitió varias veces desde el sábado pasado sobre la existencia de una «epidemia de odio» en Estados Unidos.
Escobar habló así debido a los dos tiroteos indiscriminados ocurridos en El Paso (Texas) y Dayton (Ohio) el pasado fin de semana, en los que una treintena de personas perdieron la vida.
Para el artista Ryan Foo, residente en Denver y director del proyecto de «Una milla en mis zapatos» en esta ciudad, la «empatía en acción» es la respuesta «a los desafíos globales de prejuicios, conflictos y desigualdades».
«No nos relacionamos con los otros porque no conocemos sus historias. Cuando las conocemos, descubrimos que estamos súper relacionados, aunque a veces esa relación sólo puede expresarse con un respetuoso silencio», declaró Foo.
«Somos diferentes, pero estamos conectados. Es una relación dinámica, como el Yin y Yang. Y la empatía es la base», agregó.
La exhibición permanecerá abierta al público hasta el 27 de septiembre y será el elemento central del Festival «Empatía en Acción» con el que se clausurará la Bienal.
El festival incluirá una «clínica de empatía» en la que los artistas Marisa Caichiolo (Argentina), Adriana Ramírez (Colombia), Carlos Martiel (Cuba), Karleen Gardner (Minneapolis) y Bobby LeFebre (Denver) enseñarán a usar el «poder transformador del arte para cultivar empatía y animar a conversaciones corteses».
«La empatía es relevante porque, si la perdemos, perdemos nuestra humanidad. La empatía es humanidad compartida», expresó Foo.