Una batalla legal desde el amor por la triple filiación de un niño
EFE
Los modelos de familia se multiplican pero no todos logran inscribirse aún en un marco legal que los encuadre, como en el caso de Joaquín y Nicolás. Una historia de amor que nació hace 17 años en Madrid y abrigó el deseo de un hijo junto a una amiga, pero la búsqueda de la triple filiación del niño y la lucha por su identidad se convirtió en una pesadilla judicial en Argentina que aún perdura.
Poco después del nacimiento de Gael, la madre desconoció el lazo con ellos y utilizó «los espacios terapéuticos y judiciales para una estrategia de apropiación», relata a Efe Nicolás en una entrevista en Buenos Aires.
El dolor por no poder acompañar el crecimiento del pequeño se convirtió en una poderosa fuerza transformadora que gestó el libro digital «El tesoro de Gael», una obra colectiva basada en la red de amor con cientos de amigos que sostuvo su lucha por ejercer la paternidad.
«Por más que quieran meter un cuadrado en un triángulo, esto va a ser un cuadrado, y toda vez que no metan el cuadrado en el cuadrado, Gael se va alejando de su identidad. Y ese es el hueco que sabemos que no lo podemos cubrir hoy. El sentido fue dejarle una semilla imborrable que es ‘El Tesoro de Gael'», sostiene Nicolás.
A lo largo de los siete años de vida del niño, varios cuadernos rodaron por el mundo y los dibujos, mensajes, poemas y fotomontajes que los amigos de Joaquín y Nicolás le dedicaron fueron compilados en el libro y su perfil de Instagram.
La edición abre con una pareja de animales que acuna a su cachorro: «Abrazos como salvavidas para náufragos en tierra firme. El amor es uno solo, sus formas, infinitas».
EL DESEO DE UN HIJO
Joaquín y Nicolás, ambos de 44 años, se conocieron en Madrid hace 17 años, donde vivían en aquella época, y desde entonces realizaron juntos «un recorrido hermoso» por Europa y Argentina, donde luego de varios años en pareja les surgió el deseo de ser padres, de «tener un hijo que tenga madre» pero sin apelar a la subrogación de vientre o la adopción.
Este deseo compartido con una antigua amiga de ser padres juntos se concretó en 2013 y atravesaron el embarazo yendo los tres a los cursos de preparto, agregando una silla a donde siempre había dos y construyendo día a día el sueño tan anhelado.
Gael nació con bajo peso y, tras permanecer un tiempo internado en neonatología, entre todos decidieron no compartir el hogar y la madre llevó al pequeño a su casa.
«A los cinco meses que lo estábamos criando, que no era ni muy difícil ni muy fácil, era lo que es un hijo, una tromba, que llega y desestructura, pero estábamos lográndolo, estábamos haciéndolo como podíamos, ella elaboró una estrategia de apropiación», recuerda Nicolás, y ambos fueron apartados del cuidado diario del bebé.
El sueño de la triple filiación de Gael quedó truncado y desde entonces solo Joaquín -quien figura junto a la madre en la partida de nacimiento legal- pudo verlo unas pocas veces en el marco de un proceso de revinculación que se vio interrumpido.
EL LABERINTO LEGAL POR LA TRIPLE FILIACION Y LA IDENTIDAD
La batalla judicial por recuperar el contacto con Gael es intensa y aún no cesa: «Estamos en un punto en que ni siquiera exigimos que Gael nos venga a abrazar, nosotros no podemos poner en él unas expectativas», admite Nicolás.
Joaquín relata el recorrido por los tribunales, despachos de abogados, gabinetes psicológicos, que llegó incluso hasta la Corte Suprema para dirimir qué órgano era el competente para aprobar la triple filiación para la madre y sus dos padres pudieran figurar en la partida de nacimiento, reclamo que finalmente fue denegado pese a que existe en el país jurisprudencia a favor.
«En tantos años de lucha hemos sufrido todo tipo de aberraciones, sinceramente, se nos ha amputado como familia», lamenta al enumerar que por el caso ya han pasado once psicólogos y se sucedieron nueve demandas en el fuero civil y tres denuncias penales.
«El único momento en que sucedió finalmente el encuentro, que fue el año pasado que solo yo lo tuve a partir de una denuncia de impedimento de contacto que realizamos, se me ha pedido que no le hable a él de su familia paterna, que no le muestre fotos, que no le lleve videos», señala.
También se pidió un régimen de vinculación de Gael con Nicolás en el marco del nuevo Código Civil que reconoce la figura del pariente afín en primer grado, que le valieron someterse durante tres años a pericias psiquiátricas y psicológicas.
«Todo es hostigamiento, estigmatización, maltrato y la contestación de la otra parte era un manual de homofobia. Por ser gay posiblemente era pederasta, violador, asesino», repudia Nicolás.
Joaquín subraya que en Argentina se aprobaron familias de dos madres y un padre, por ejemplo, pero sin conflicto interno entre ellos, por lo que lo emblemático del caso es «qué pasa si hay una persona dentro de la familia que decide apropiarse ilegalmente del niño y le niega la identidad».
«Ahí el que está dejando de ser un sujeto de derecho es nuestro propio hijo y el que no tiene ningún derecho alguno es Nicolás y todo su entramado paterno», advierte.
«EL TESORO DE GAEL», UN CAMINO HACIA LA IDENTIDAD
La pareja espera ahora que la jueza a cargo de la causa otorgue «un régimen de comunicación con todo el entramado paterno» para que en forma paulatina «pueda empezar a conocer su verdadera identidad, relacionarse y recibir el amor de su otro papá y de sus abuelos», expresa Joaquín.
No descartan iniciar un juicio ordinario por triple filiación, aunque eso implique volver a someterse a pericias y la citación de testigos.
«Lo estamos meditando porque lo único que queremos nosotros ya ni siquiera son títulos, documentos, queremos que Gael reciba el amor de sus padres, de sus abuelos y de sus amigues y que lo único que va a hacer es sumar amor y no esta perspectiva desde el otro lado de la apropiación y del imaginario de la Justicia de ‘lo uno o lo otro’, y más cuando los juzgados están llenos de tipos que no se hacen cargo de sus hijos», sostiene Nicolás.
En una Argentina con una herida profunda por la búsqueda de la identidad de cientos de niños apropiados ilegalmente durante la última dictadura militar (1976-1983), la lucha de Joaquín y Nicolás suma sentido.
«Es emblemático que nosotros, de la generación ‘Hijos’, estemos viviendo un problema de identidad de nuestro hijo. Ese es el síntoma de que hay estructuras en la Argentina que no cambiaron», afirma Nicolás.
«Nosotros tenemos que demostrar que no somos pederastas, que no somos violentos, que nos hacemos cargo, que somos papás que no vemos a nuestro hijo y que hay un niño que es sujeto de derecho que tiene una identidad legal, una identidad cósmica, una identidad amorosa que no está siendo respetada y eso no le importa a nadie», añade.
Esa parte de la sombra, continúa, la quisieron contrarrestar con algo «tan poderoso» como «El Tesoro de Gael».
«Donde lo que queremos nosotros es inspirar a que, detrás de un drama personal, sigan su corazón. Hasta acá llegamos y vamos a seguir», concluye. EFE