Un viaje de 10.000 kilómetros para «expandir» el bitcóin por Latinoamérica - 800Noticias
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EFE

Tres amigos, doce países, más de diez mil kilómetros de carretera y un único objetivo en el horizonte: difundir por los lugares más inhóspitos de Latinoamérica los conocimientos sobre el bitcóin, la criptomoneda más empleada del mundo, gracias a la «Bitcoineta».

Con multitud de decoraciones por dentro y por fuera, este vehículo partió este mismo viernes desde Buenos Aires, en una larga travesía que llevará a sus tripulantes hasta El Salvador, el primer país del mundo en adoptar esta divisa como moneda de curso legal.

«La «Bitcoineta» viene a cumplir un poco este rol de divulgar, acercarse a pueblos pequeños y conversar con las personas de ahí para ver si les interesa esta tecnología y ver de qué manera les puede ayudar», comenta a Efe Federico Andragnes, colaborador de la ONG Bitcoin Argentina, a pocas horas de comenzar el viaje más esperado de su vida.

DOS MESES DE TRAYECTO

En Argentina, la comunidad «bitcoiner» arrancó sus andanzas hace unos ocho años, pero desde el comienzo fue un fenómeno muy concentrado en torno a Buenos Aires y su periferia, en donde viven la mayoría de expertos en criptomonedas del país.

Fruto de ese interés por «expandir» el bitcóin más allá de la capital es que nació la «Bitcoineta», que emprendió su primera travesía a finales del 2017, primero por Argentina y después por países limítrofes como Chile y Paraguay, en unos trayectos que solían prolongarse entre dos y tres semanas.

La novedad de este nuevo viaje radica en su ambición: entre paradas, cuarentenas y demás imprevistos, el trío a bordo de la «Bitcoineta» recorrerá durante dos meses más de 10.000 kilómetros de asfalto y visitará lugares tan variopintos como Purmamarca (Argentina), Iquique (Chile), Mancora (Perú) y Pasto (Colombia), entre otras localizaciones.

Esta epopeya latinoamericana incluye, además, el transporte marítimo del vehículo de Colombia a Panamá, desde donde los jóvenes viajeros retomarán su viaje hasta llegar a El Salvador.

«Es una sensación de adrenalina por el sentido este de aventura, de cuántos lugares hay por conocer, de personas con las que interactuar… Creo que eso alimenta mucho la riqueza del viaje», afirma Agustín Geldres, uno de los viajeros a bordo de la «Bitcoineta».

¿POR QUÉ EL BITCÓIN?

Durante esos sesenta días de peripecias por desiertos, bosques y selvas, los tripulantes de la «Bitcoineta» pondrán todos sus esfuerzos en acercar esta tecnología a particulares y pequeñas empresas que estén interesados en ella, ya sea como método de ahorro o como vía para ampliar sus ganancias.

De hecho, la furgoneta está equipada por un «nodo bitcóin», un conjunto de ordenadores que se encargan de ejecutar el ‘software’ de esta divisa, con el objetivo de mostrar más de cerca su funcionamiento.

Ahora bien, ¿qué diferencia al bitcóin de las monedas de uso más frecuente? En opinión de Federico Andragnes, su carácter «descentralizado» e independiente de cualquier Gobierno, empresa o persona, puesto que «nadie puede cambiar las reglas del juego» de forma arbitraria.

Según el experto, esta tecnología no se limita únicamente a lo monetario y podría tener aplicaciones mucho más amplias en un futuro, como trazar el gasto de los impuestos por parte de la Administración pública o emitir un voto en unas elecciones desde el anonimato.

«Creo que esta tecnología tiene un enorme potencial. Para mí estamos un poco en cómo fue internet en los 90, que no sabíamos todos los usos que iba a tener», asegura Andragnes, para quien este viaje supone una excelente oportunidad de crear «comunidades» en torno a esta divisa.

NERVIOS ANTES DE LA PARTIDA

Con todo el equipaje guardado y un inconfundible destello de emoción en sus rostros, Federico y Agustín ponen rumbo a su primer destino, la ciudad de Rosario, en compañía de Guadalupe Ares, la tercera tripulante de la «Bitcoineta».

Esta iniciativa llegó a los oídos de la joven en 2019, precisamente cuando disfrutaba de otro viaje en furgoneta por Nueva Zelanda, y en cuanto volvió a su Argentina natal no dudó en sumarse a la aventura.

«Hay un poco de nervios y de incertidumbre, más en este momento de pandemia, pero también hay una parte que a mí me impulsa mucho: ir con un mensaje, llevar la información y ayudar a las personas que estén curiosas con el tema», reconoce Ares con ilusión.

Dentro de dos meses, este grupo de exploradores llegará a su última parada, la playa salvadoreña del Zonte, donde se encuentra otro de los proyectos más peculiares alrededor de la criptomoneda: «Bitcoin Beach».

Allí, Federico, Agustín y Guadalupe pondrán punto y final a su largo viaje con la donación de la «Bitcoineta», para que otros aficionados de las divisas virtuales surquen las carreteras del mundo. EFE

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