Un crucero de EE.UU. a Cuba histórico y sin turistas
ABC
El Adonia se convertirá esta tarde, cuando suelte las amarras en el puerto de Miami, en el primer crucero en zarpar desde Estados Unidos con destino a Cuba en cinco décadas. Será posible gracias al deshielo en las relaciones diplomáticas entre ambos países, anunciado al mundo en diciembre de 2014 y certificado por la histórica visita del pasado mes de marzo de Barack Obama a la isla. Para que los cubanos puedan ir a bordo, ha sido necesario que el gobierno castrista modifique las limitaciones que ponía a sus propios ciudadanos para acceder a la isla. Por otra parte, dadas las restricciones vigentes por el embargo a la isla, ningún estadounidense podrá aún viajar como turista.
Entre los acuerdos que han ido adoptando los antiguos enemigos de la Guerra Fría a lo largo de su proceso de reencuentro, figura facilitar los viajes de uno a otro país tanto por vía aérea como marítima. Varias compañías han mostrado ya su interés por poner en marcha vuelos regulares, mientras que la empresa Carnival, es la primera que va a aprovechar con el Adonia, de su nueva línea Fathom, las nuevas oportunidades que se abren para el negocio de los cruceros.
El proyecto estuvo a punto de naufragar por las trabas que Cuba seguía poniendo a los ciudadanos de origen cubano. Un decreto aprobado poco después de la revolución de 1959 les prohibía entrar ni salir de la isla por vía marítima y Carnival, plegándose a esa normativa, en un principio no vendía billetes a los nacidos en Cuba. Las reacciones en Miami, bastión del exilio cubano, no se hicieron esperar y se organizaron protestas por lo que se llegó a tildar de “apartheid». Incluso el secretario de Estado de EE.UU., John Kerry, condenó en una visita a Miami que la compañía aplicara esa medida discriminatoria en la venta de pasajes.
Las presiones hicieron que Carnival rectificara y empezara a aceptar reservas de los cubanos, traspasando así a las autoridades castristas la responsabilidad de negarles el acceso. Finalmente, La Habana dio el paso y cambió el antiguo decreto, permitiendo a los cubanos que puedan entrar y salir, como pasajeros o como tripulantes, en cruceros o mercantes, y de forma gradual también en yates. El presidente de Carnival, Arnold Donald, se felicitó porque su compañía estaba «haciendo historia» y «contribuyendo a un futuro positivo».
Para Ramón Saúl Sánchez, histórico opositor que preside el Movimiento Democracia y que ha encabezado las protestas contra la discriminación en los cruceros, este ha sido «un paso grande en la dirección correcta». Sin embargo, en declaraciones a ABC, lo considera todavía «insuficiente», puesto que el gobierno cubano sigue «discriminando» a sus ciudadanos al exigirles un visado o una habilitación del pasaporte, con lo que decide de forma arbitraria quién accede al territorio y quién no.
Coincidiendo con la partida del Adonis, la organización de Sánchez está promoviendo una acción reivindicativa para este domingo en la que participarán varias embarcaciones encabezadas por el Democracia y en la que saludarán el avance que se ha producido, pero también reclamarán suprimir esa especie de visado de entrada.
Fines educativos
Entre tanto, a pesar de que se trata de un crucero, al que se le supone un fin eminentemente lúdico, EE.UU. solo permite embarcar a los ciudadanos estadounidenses que se acojan a alguna de las doce categorías permitidas para viajar a Cuba, entre ellas los motivos religiosos, familiares, periodísticos o culturales, pero en ningún caso los turísticos. Ello hace que muchos de los pasajeros tengan que buscarse un alambicado subterfugio para camuflar su viaje con un fin educativo o cultural.
La propia web de la línea Fathom de Carnival ofrece a los pasajeros «programas de intercambio» incluidos en el precio que permiten cumplir con los requisitos que fija el Departamento del Tesoro norteamericano para que las actividades que se desarrollen en Cuba se consideren educativas. Es más, los pasajeros acogidos a esta categoría deben tener un plan completo de las actividades que van a desarrollar, con los contactos que van a establecer con la población local y tras el viaje conservar durante cinco años la documentación relativa a las actividades que se han realizado.
Ramón Saúl Sánchez reconoce que se trata de un «eufemismo» para «darle la vuelta a las restricciones a los turistas para viajar», de modo que tienen que ir con algún «propósito cultural», en una especie de «proyecto educacional» con el que poder «cubrir las formas».
El primer crucero de EE.UU. a Cuba en décadas tendrá una semana de duración y hará escalas en La Habana, Cienfuegos y Santiago de Cuba. Con capacidad para más de 700 pasajeros, el Adonia ofrece distintas opciones de entretenimiento y servicios como restaurantes, bares, piscinas y gimnasio. El precio mínimo al que están en la actualidad los billetes para este destino, al que se zarpará cada dos semanas, es de 2.100 dólares, aunque las suites pueden superar los 9.000.