Temer es hospitalizado antes de que el Congreso decida juicio por corrupción
Agencias
El presidente brasileño Michel Temer fue trasladado este miércoles a un hospital de Brasilia, mientras la Cámara de Diputados se disponía a someter su futuro político a votación. En un documento distribuído entre los periodistas en Brasilia que estaban en el palacio de Planalto, se informa que Temer, de 77 años, notó «una obstrucción» en la próstata y fue trasladado al hospital de las Fuerzas Armadas para ser examinado.
Hasta entonces, hoy era un día familiar pero no por ello tranquilo para el presidente de Brasil. Se han tramitado tres denuncias por graves delitos de corrupción contra él y todo apunta a que Michel Temer va a salir ileso de las tres. De la primera le salvó el Tribunal Superior Electoral, presidido por un magistrado que actúa sin tapujos como consejero ocasional de Temer. De la segunda, la Cámara de Diputados. La tercera, que la misma Cámara vota hoy, apuntaba hacia idéntico destino, según el pronóstico unánime. Una demostración de que el Gobierno y sus aliados han logrado poner límites a las investigaciones sobre corrupción que sacuden a los principales partidos brasileños. La sesión ha comenzado a primera hora del miércoles (hora local).
Todo Brasil pudo oír una conversación grabada, en las fechas previas al impeachment de la anterior presidenta, Dilma Rousseff, entre tres destacados dirigentes del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la formación política de Temer. Uno de ellos, Romero Jucá, actual líder del Gobierno en el Senado, defendía que era necesario tomar el poder para “estancar la sangría” de las investigaciones contra la corrupción.
No pocos analistas defienden que ese fue el motivo de fondo para que el año pasado el PMDB rompiese su alianza con el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) y se uniese a la oposición para derribar a Rousseff. Aunque faltan pruebas que lo corroboren, el tiempo sí ha permitido verificar que los que están en el poder se defienden mucho mejor que los que se han ido a la oposición.
El expresidente y todavía líder del PT, Lula da Silva, a merced de los tribunales ordinarios, más en concreto del implacable juez Sérgio Moro, tiene ya una condena a nueve años de cárcel. Temer y los que con él han tomado el gobierno se protegen bajo el paraguas del foro privilegiado: los juzga el Tribunal Supremo, mucho más lento, y donde tienen asiento, entre otros, el magistrado que da consejos jurídicos al presidente o el que hasta hace unos meses era su ministro de Justicia. La protección legal en ese nivel permite además que en muchos casos la política pueda frenar a los tribunales. Así ha sucedido con Temer y con otro de los grandes artífices de la caída de Rousseff, Aécio Neves, líder del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que se quedó a las puertas del triunfo en las elecciones presidenciales de 2014.