Turquía entierra a las víctimas del atentado de Ankara y teme por su estabilidad
AFP.- Turquía estaba de luto este domingo por la muerte de 95 personas la víspera en el peor atentado de su historia, perpetrado en Ankara contra una manifestación pacifista y que hace temer por la estabilidad del país.
El primer ministro, Ahmet Davutoglu, declaró tres días de luto nacional, mientras siguen los interrogantes sobre quién y cómo perpetró el atentado, en el que resultaron heridas otras 246 personas, según el gobierno.
De momento, nadie reivindicó la matanza y no hubo ninguna detención. Davutoglu dijo el sábado que hay «fuertes indicios» de que la doble explosión fuera obra de dos suicidas.
Cerca del lugar de las explosiones, miles de personas se manifestaron este domingo convocadas por los mismos sindicatos, ONG y partidos prokurdos que llamaron a la manifestación del sábado.
Los manifestantes acudieron a homenajear a las víctimas y a denunciar la responsabilidad del poder y del presidente Recep Tayyip Erdogan en el ataque, a gritos de «gobierno dimisión» y «Erdogan asesino».
En todo el país, las banderas ondeaban a media asta, y durante la jornada se espera que se celebren los primeros entierros.
«Una bomba en nuestros corazones», rezaba en portada el titular del diario Hurriyet este domingo.
La doble explosión de Ankara pone al máximo la tensión en el país, a tres semanas de las legislativas anticipadas del 1 de noviembre.
En éstas, el presidente Recep Tayyip Erdogan espera recuperar la iniciativa política tras haber perdido en los comicios de junio la mayoría absoluta de que gozaba en el Parlamento desde hacía 13 años.
Los comicios tendrán lugar tres meses después de reanudarse el conflicto armado entre las fuerzas turcas y los rebeldes kurdos, contra lo cual precisamente iban a manifestarse las víctimas del atentado de Ankara.
El presidente islamo-conservador Erdogan condenó el ataque y canceló una visita prevista a Turkmenistán, aunque desde el atentado no ha hablado todavía en público.
Tensión con los kurdos
Según las autoridades, 95 personas murieron y 246 resultaron heridas en la doble explosión, ocurrida a las 10H04 (07H04 GMT) ante la principal estación de trenes de Ankara.
Al lugar estaban afluyendo miles de personas de todo el país, convocadas por sindicatos, ONG y partidos opositores de izquierda contra la reanudación del conflicto entre el ejército y los rebeldes kurdos. De los heridos, 48 seguían en cuidados intensivos.
«Podría tratarse del 11 de septiembre de Turquía», estimó Soner Cagaptay, del Washington Institute. «Se ha producido en el corazón de la capital turca, ante la estación central, símbolo de la Ankara de Atatürk», el fundador de la República Turca en 1923.
El principal partido prokurdo de Turquía, el HDP, uno de los convocantes de la marcha, puso el balance de muertos en 128, una cifra que no fue confirmada por el gobierno.
El sábado, Davutoglu apuntó como sospechosos a los yihadistas del Estado Islámico, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), actualmente en conflicto abierto con Ankara, y el Frente Revolucionario de Liberación del Pueblo (DHKP-C), de extrema izquierda.
Pero el líder del HDP, Selahattin Demirtas, dijo que el gobierno tenía una responsabilidad directa, y denunció un «Estado asesino que se ha transformado en una mafia».
Desde hace varias semanas reina una fuerte tensión entre el poder el y el HDP, agudizada por los comicios y los enfrentamientos entre el ejército turco y los rebeldes kurdos en el sureste del país.
Erdogan acusa al HDP de ser «cómplice» de los «terroristas» del PKK, un grupo ilegal en Turquía que ha prometido «aniquilar».
Por su lado, el partido prokurdo acusa al gobierno de mantener vínculos con los yihadistas del Estado Islámico.
El 20 de julio pasado, 33 militantes de la causa kurda murieron en Suruç, cerca de la frontera siria, en un atentado atribuido al EI.
El PKK acusó al gobierno de Ankara de colaborar con los yihadistas para hacer frente común contra los kurdos. Valiéndose de este argumento, los rebeldes reanudaron sus ataques contra la policía y el ejército, provocando las represalias de las fuerzas turcas.
Esta escalada de violencia hizo saltar por los aires las conversaciones de paz entabladas por Ankara con los rebeldes, para tratar de poner fin a un conflicto que desde 1984 se ha cobrado unos 40.000 muertos.
El PKK, no obstante, anunció el sábado horas después del atentado de Ankara la suspensión de su actividad armada antes de las elecciones, «salvo si nuestros militantes y combatientes son atacados».