Trump ordena al Pentágono preparar un gran desfile militar para emular a Macron
El País
En un gesto destinado a la polémica, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha criticado los dispendios de la Administración federal, ha ordenado a sus generales que preparen un grandioso desfile militar ste mismo año.
Trump acostumbra a pensar a lo grande. Como él mismo ha escrito, es la única forma de conseguir metas importantes. Lo ha practicado en los negocios, en la política y ahora también en los fastos marciales. Un terreno que siempre le ha fascinado. Aunque no prestó servicio militar en su juventud y eludió la guerra de Vietnam alegando un problema óseo, Trump rinde culto a los entorchados. “Tenemos que enseñarle al mundo nuestra fortaleza militar”, advirtió en plena campaña. Ya presidente se ha rodeado de militares, como el jefe de gabinete, John Kelly; el secretario de Defensa, Jim Mattis, y el consejero de Seguridad Nacional, Herbert R. McMaster. Y no hay día en que no dirija una loa a sus soldados.
Admirador nato de la parafernalia militar, el pasado 14 de julio quedó impresionado cuando el presidente francés le tuvo como invitado de honor en el desfile de que conmemora la Toma de la Bastilla en 1789. El esplendoroso despliegue, que también celebraba aquel día el centenario de la entrada de las tropas estadounidenses en la I Guerra Mundial, activó el instinto competitivo de Trump. “Tendremos que superarlo”, le dijo a Macron. “Es uno de los mayores desfiles que jamás he visto, dos horas impresionantes y militarmente muy poderoso. Es algo tremendo para Francia y su espíritu nacional”, comentó el presidente a los reporteros.
Desde entonces, la idea de tener su propio desfile, según la reconstrucción de The Washington Post, le persiguió. Y el pasado 18 de enero, en la cámara acorazada del Pentágono, la enunció. Ahí estaban los principales generales, entre ellos Mattis y el jefe del Estado Mayor, Joseph Dunford. Lo que era un vago deseo se tornó una orden. El presidente quería un desfile mejor que el francés.
La petición aún no ha cristalizado en un plan concreto. Para la fecha hay dudas entre el Día de la Independencia, el 4 de julio, o el Día de los Veteranos, el 11 de noviembre. Esta última propuesta ha ganado puntos, según los medios estadounidenses, porque coincidiría con el centenario del fin de la I Guerra Mundial. Tampoco hay acuerdo sobre su trazado, pero Trump ya ha indicado que le gustaría que recorriese la Avenida de Pensilvania que une el Capitolio y la Casa Blanca.
Trump está entusiasmado con el proyecto. Pero fuera de la Casa Blanca la idea de resucitar los desfiles militares ha sido mal acogida. La última gran marcha se celebró en 1991, con George Bush de presidente y 8.800 soldados en la calle, por la victoria en la Guerra del Golfo. Y con anterioridad no se había visto uno desde la toma de posesión de John F. Kennedy en 1961, en plena guerra fría.
Después, los desfiles cayeron en desuso. Su poca efectividad desde el punto de vista de la imagen, pero sobre todo, el gasto que acarreaban los volvieron impopulares. Ese fue el flanco más usado este miércoles por los críticos. Otra línea de ataque procedió de la imagen imperial que Trump busca con un acto de este tipo. Un perfil que casa poco con las tradiciones estadounidenses y que se aleja del significado que en Francia tiene la celebración de la Toma de la Bastilla. En la retina de gran parte de la población, más que con el país que iluminó al mundo , las grandes marchas se relacionan con Corea del Norte, China o Rusia. Los antagonistas de Estados Unidos. “Qué forma tan absurda de gastar el dinero. Trump parece más un dictador que un presidente”, tuiteó el congresista demócrata Jim McGovern. “No conozco a ningún soldado que le guste la idea”, declaró a la CNN un teniente general. La casa Blanca respondió que los planes siguen adelante. Trump ha dado la orden.