Trump, Moon y Abe acuerdan mantenerse firmes ante Corea del Norte
EFE
El presidente de EE.UU., Donald Trump, reiteró este viernes su interés en mantener una segunda cumbre con el líder norcoreano, Kim Jong-un, pero acordó con los líderes de Corea del Sur y de Japón mantenerse firmes en la aplicación de las sanciones mientras Piongyang no avance en la desnuclearización.
Trump se reunió por separado con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, durante la cumbre de líderes del G20 que se celebra en Buenos Aires.
«El presidente Trump habló (con Moon) sobre su intención de mantener una segunda cumbre entre Estados Unidos y Corea del Norte», tras la celebrada en Singapur en junio, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, en un comunicado.
Trump dijo en septiembre que quería programar una segunda cumbre con Kim, pero el estancamiento de las negociaciones ha alargado el proceso de planificación de esa cita, que la Casa Blanca espera ahora celebrar a principios de 2019.
En su reunión con Moon, ambos «se mostraron de acuerdo en la importancia de mantener una implementación vigorosa de las sanciones existentes, para asegurar que Corea del Norte entiende que la desnuclearización es el único camino hacia la prosperidad económica y la paz duradera en la península coreana», afirmó Sanders.
Con Abe, Trump conversó sobre «cómo trabajar con la comunidad internacional, incluida Corea del Sur, para mantener la presión hasta que Corea del Norte implemente su compromiso de desnuclearizar».
Desde que Trump y Kim acordaron en Singapur «trabajar para la completa desnuclearización de la península», los avances han sido tan solo simbólicos, ante la ausencia de una hoja de ruta para el desarme.
Estados Unidos ha exigido que Corea del Norte dé pasos de verdadero calado hacia la desnuclearización, mientras el régimen norcoreano pide que antes se firme un tratado de paz que ayude a garantizar su supervivencia.
A mediados de este mes, Corea del Norte informó veladamente de su primera prueba de armas en casi un año, un gesto enigmático que en añadió presión para reavivar el estancado diálogo con Washington.