Trump elige este lunes a un juez del Supremo que amplíe la hegemonía conservadora
EFE
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, elegirá este lunes un juez para el Tribunal Supremo, una decisión que previsiblemente ampliará la hegemonía conservadora en la corte y que puede influir en el futuro del país durante décadas.
Tras la jubilación del magistrado centrista del Tribunal Supremo Anthony Kennedy, el pasado 27 de junio, el magnate se prepara para dar uno de esos golpes de efecto que luego emplea recurrentemente en sus mítines.
«Tenemos que elegir a uno que vaya a estar 40, 45 años», aseguró el mandatario poco después de que se conociera el retiro de Kennedy, sabedor de que el perfil que escoja ahora podría determinar el devenir de la política estadounidense durante décadas, explotando el carácter vitalicio del puesto en el alto tribunal.
La sala está formada por nueve jueces, de los que cinco son derechistas -Kennedy es moderado, pero entra en este grupo- y cuatro progresistas; el nuevo magistrado o magistrada deberá ser seleccionado por el presidente y aprobado por mayoría absoluta en el Senado, con un leve dominio republicano.
Esta mantiene un tinte conservador en mayor o menor medida desde 1972, cuando Richard Nixon (1969-1974) nominó a su tercer juez y frenó la revolución social que había cobrado fuerza en la corte con fallos sobre sindicatos y discriminación racial.
Pero el giro hacia el conservadurismo que prepara Trump no encuentra precedentes en las últimas décadas y constituiría la sala más conservadora «quizá» desde los años 1920, explicó a Efe Robert Shapiro, politólogo de la Universidad de Columbia.
Aspectos como el derecho al aborto, derechos de las minorías y medidas migratorias o aquellos relativos a las armas son los ámbitos que más preocupan al progresismo estadounidense por la incidencia que pudiera tener en ellos una corte más derechista.
Aunque con matices diferentes y procedencias distantes, todos los candidatos que copan los titulares estos últimos días tienen aspectos comunes: un perfil claramente conservador, contrarios al derecho al aborto y defensores de la Segunda Enmienda -la que garantiza el derecho a la posesión y porte de armas-.
Quien más suena para formar parte del selecto grupo de magistrados es Brett Kavanaugh, quien a sus 53 años es juez del tribunal de apelaciones del Circuito del Distrito de Columbia en la capital.
Nacido en el estado de Maryland, en el área de Washington, es conocedor de las más altas esferas de la política, pero no ha conseguido convencer a toda la bancada republicana, donde voces prominentes han augurado que decepcionaría a los conservadores más acérrimos.
El segundo que más eco mediático ha logrado es Raymond Kethledge, juez del tribunal de apelaciones federal del Sexto Circuito, en Cincinati.
Kethledge cumple con uno de los aspectos más valorados por Trump, la concepción «originalista» de su cargo, es decir, que interpreta la Constitución tal y como era comprendida en el momento en el que fue redactada inicialmente, a final del siglo XVIII.
Entre los «finalistas» recogidos por los medios estadounidenses solo hay una mujer, Amy Coney Barrett, una magistrada de otra corte de apelaciones federal que es conocida por sus posiciones ultracatólicas.
A su favor juegan sus 46 años, que la convierten en la más joven de los favoritos, y la repulsa que genera en la oposición por su conservadurismo. Sus posiciones férreas contra el aborto también ayudan a ojos del magnate.
El elegido será el segundo juez nombrado por Trump después del conservador Neil Gorsuch, que sustituyó en 2017 al fallecido Antonin Scalia.
Entonces, apareció entre los nombres más destacados otro juez de apelaciones federal, Thomas Hardiman, quien con 52 años, también se cuela en la selecta lista para sustituir a Kennedy gracias al parecido de su perfil con el del propio Gorsuch.
Una curiosidad de su candidatura es que trabajó como taxista durante un tiempo para pagarse sus estudios, en las universidades de Notre Dame (Indiana) y Georgetown (Washington).
Trump ha dado a la elección del magistrado un tinte de «show» televisivo, el mismo que ha marcado su presidencia hasta la fecha, un espectáculo que, salvo sorpresa, tendrá su desenlace durante la noche de este lunes, según confirmó este sábado la Casa Blanca.